Esta semana corresponde la
lectura de Parashat Balak (Bemidbar – Números 22:2 – 25:9) y su Haftará
corresponde al Profeta Mijá, capítulos 5:6-6:8.
Les propongo esta semana, centrar
nuestras miradas en este particular profeta del pueblo de Israel.
El Profeta Mijá, cuyo nombre
parece abreviatura de Mi-ka-yá (¿Quién como Adonai?), vivió entre los
años 750 y 690 a .e.c.,
siendo contemporáneo de Ieshahiahu, Hoshea y Amós.
Según el testimonio de Irmiahu
26:18, “ancianos” de la época relatan que Mijá había profetizado bajo Hizkiahu,
rey de Iehudá.
El libro de Mijá - uno de los
doce libros menores de los profetas – cuenta con siete capítulos. En ellos,
faltan algunos de sus rasgos biográficos, así como datos históricos de su
época.
Una de las características de
este profeta es que, al referirse a los desposeídos, nunca los llama “pobres o
menesterosos”: más bien se refiere a ellos con el titulo de nobleza “hammi” -
mi pueblo -, queriendo significar “el pueblo de Dios.
Un versículo sólo (Mijá 6:5)
articula la analogía entre esta Haftaráh y Parashát Balák: “Pueblo Mio
recuerda ahora qué había tramado Balák, rey de Moab, y qué le hubo contestado
Bilhám, hijo de Bejór, desde Shittím hasta Guilgal, para que se hayan de saber
las bondades de D’s.”
Los pasajes principales de
nuestra Haftará los encontramos en el capítulo 6, entre los versículos 1 a 8. En los mismos, el
profeta interpela al pueblo, y a quien lo escuche, preguntando qué debería ser
ofrendado a Dios. ¿Grandes ofrendas materiales para complacer a Dios? ¡No! “Te
ha dicho a ti, hombre, lo que es bueno y lo que Adonai requiere de ti, pues
solamente hacer justicia, amar la benevolencia y encaminarte con recato con tu
Dios” (Mijá 6:8).
Este versículo es el que eleva
aún más al Profeta Mijá.
Basándose en la esencia misma de la Torá , la resume en tres valores
genéricos que, a sus ojos, sintetizan lo que bueno y lo que Dios pide a las
personas:
a) hacer justicia, que según Abarbanel
incluye todos los preceptos “bein adám lajaveró” .entre el hombre y su
prójimo, que regulan y ordenan la relación en la dimensión entre congéneres.
b) amar la benevolencia, según Abarbanel en
referencia a las situaciones en que la persona tiene que actuar “lífnim
mishurát hadín”, renunciando a los propios derechos en aras de la armonía
social.
c) encaminarte con recato con tu Dios, que
según Abarbanel significa estar al Servicio de Dios, no solamente en público,
sino en lo más íntimo de nuestro ser. O sea aferrarnos a la fe en Dios, que
resulta a veces, invisible a los ojos del prójimo.
Un mensaje poderoso nos deja este
versículo, más allá de su análisis dentro del contexto de la profecía de Mijá.
Al final de Parashat Balak
veremos como una parte del pueblo, reflejada en el actuar de Pinjás (Bemidbar
25:7-8), parece entender que lo que desea Dios es un actuar “pasional y punzante”.
Y Nuestros Sabios, por otro lado,
contraponen esta porción del Profeta Mijá. No es casual. Ellos eligen otra
visión del mundo.
Nuestro pueblo, y la humanidad
toda, no están compelidos por Dios a la violencia. Muy por el contrario, a
través del profeta se nos dice: A NOSOTROS HOMBRES, SEPAMOS LO QUE ES BUENO Y
LO QUE ADONAI REQUIERE DE NOSOTROS, SOLAMENTE HACER JUSTICIA, AMAR LA BENEVOLENCIA Y
ENCAMINARNOS CON RECATO CON NUESTRO DIOS.
En tiempos donde la violencia es
la única respuesta, hay que buscar la paz.
Meir Szames