Devarim
– Deuteronomio 16:18 - 21:9
Esta
parashá, es una de las secciones principales de nuestra Torá. Y aunque todas
las secciones de la Torá
son importantes, Parashat Shoftim guarda entre sus líneas un valor
principalísimo de nuestra Tradición: LA JUSTICIA.
Creo
que preferiríamos hablar de otro tema, ya que en nuestra época, podríamos
pensar que la justicia es casi una utopía. Sin embargo, hagamos el intento.
En
el capítulo 17 nos encontramos con el siguiente párrafo: “8. Cuando te
quedare oculto a ti un caso para juicio: entre sangre y sangre, entre pleito y
pleito, o entre herida y herida, casos de controversias en tus ciudades... te
levantarás y ascenderás al lugar que habrá elegido Ado-nai tu Dios. 9. Y te
allegarás a los Cohaním -de la tribu de Leví- o al juez que hubiere en aquellos
días... e inquirirás y te aclararán el veredicto del juicio. 10. Y habrás de
hacer según la sentencia que ellos te aclaren a ti -desde el lugar aquel que
habrá de elegir Adonai- y cuidarás para cumplir, de acuerdo a todo lo que ellos
te hayan de enseñar. 11. De acuerdo con la Torá que te hayan de enseñar y según el juicio
que ellos te digan habrás de hacer; no te apartes -de la sentencia que te
habrán de aclarar- ni a derecha ni a izquierda”.
Se
nos ordena aquí la obediencia a los jueces. Se refiere específicamente a los
jueces del Sanhedrín, el Superior Tribunal que funcionara desde la época de
Moshé hasta la época del Segundo Templo.
Veamos
que nos enseña esto hoy. 1) ¿Quiénes son nuestros jueces o autoridades? 2) ¿De
dónde proviene su autoridad?
Usemos
como guía a dos comentaristas tradicionales:
1) Llama nuestra atención cuando en el
versículo 9 dice “...o al juez que hubiere en aquellos días...”
Rashí lo va a explicar así: “Incluso si el juez en tu época no es igual de
grande que los demás jueces que hubo antes de él, aun así estás obligado a
obedecerlo. No tienes otro juez más que el juez que haya en tus días”.
¿Cómo
se justifica esto?
Rashi
parece expresar la interpretación talmúdica de este versículo. “El juez Iftáj
en su época se equipara al profeta Shemuel en la suya; para enseñarte que,
fuere quien fuere designado ‘conductor de la comunidad’, se equipara a
cualquier otro que haya ostentado el mayor de los abolengos...” (T.B. Rosh
Hashaná 25 B).
Parece
sumarse idealmente al versículo que dice “No digas ¿qué ha ocurrido que los
días pretéritos han sido mejores que los actuales?” (Kohelet 7:10).
Explica
el Rab Edery que estas normas rigen siempre y cuando nuestros conductores -sean
los que fueren- vivan de acuerdo a las enseñanzas de la Torá escrita y oral, ya que
de allí emana su autoridad, para la función, en el lugar elegido por Dios.
2) En el versículo 11 veremos una opinión de
Rashi, la cual será ampliada por el Ramban. Dice Rashi: NI A DERECHA NI A
IZQUIERDA: Incluso si te dice que la derecha es izquierda o que la izquierda es
derecha, obedécele. Y con mayor razón si te dice que la derecha es derecha o
que la izquierda es izquierda.
Esta
mitzvá de obediencia a la
Corte Suprema es central para el comentarista Ramban, quien
trae un largo comentario respecto a este versículo 17:11. Dice que ‘…Sea que
hayan recibido esta interpretación por tradición oral, persona a persona,
remontándose hasta Moshé que la recibió por Revelación Divina, o bien que nos
enseñen de acuerdo al significado o a la intención de la Torá , ya que Dios la entregó
acorde a su conocimiento (de los maestros de la Corte Suprema );
aunque te parezca que estén invirtiendo la derecha por la izquierda. Y con
mucha mayor razón deberás acatar sus decisiones cuando te digan que la derecha
es derecha y la izquierda es izquierda’. Si hasta aquí no llegaras a
entender lo que dice Ramban, el final de este comentario es tajante ‘…ya que
el espíritu del Eterno está sobre los que sirven en su Santuario y nunca
abandonará a Sus devotos; como dice el Midrash Sifri (Shoftim 154) incluso si
te parece que el sabio o juez cambia derecha por izquierda y la izquierda por
derecha, aun así debes escucharlo’.
¿Es
posible que sea tan terminante?
Hay
una opinión que surge de otra fuente, Talmud Ierushalmi - Horaiot 1:1, que
pareciera decir todo lo contrario: “Se podría pensar que incluso si (los
jueces) te dicen que la derecha es la izquierda o que la izquierda es la
derecha, aun así debes obedecerlos”. Para descartar esta suposición “el
versículo dice: ‘y no te apartes de todas las palabras que yo les ordeno en
este día’ ni a la derecha ni a la izquierda, (lo cual implica hasta) que te
digan que la derecha es derecha y la izquierda es izquierda.”
El
concepto final de Najmánides, el cual expresa que un juez o un sabio no se
equivocan, porque Dios no abandona a los que están a su servicio es, al menos,
polémico.
Sin
embargo, está reflejado en la forma en que se conduce el Pueblo Judío hace
varios milenios.
Muchos
se atreven a atribuirse (y aquí ya estoy saliendo de la especificidad del
Pueblo Judío) la infalibilidad de sus decisiones.
Esto
lo vemos en distintos sistemas de gobierno: lo vemos en las democracias, en las
monarquías, en las tiranías, en las sinagogas y en nuestras propias vidas como
simples individuos.
Más
aun, esto me trae a la mente lo que ocurre con la justicia de nuestros días.
Ante la comisión de un delito, las víctimas esperan que “se haga justicia”.
Pero esa justicia tarda en llegar, si es que alguna vez finalmente llega. Se
empantana en formalismos jurídicos, en triquiñuelas legales, en necesidades
políticas.
Una
justicia que no es justa, una justicia que no llega nunca, o que llega
demasiado tarde, no es justicia.
Para
liberarnos de la abstracción, comencé a escribir este comentario en el mes de
julio, cuando se cumplían 21 años de del atentado a la AMIA en Buenos Aires, que
tanto modificara nuestros hábitos comunitarios, y que todavía se mantiene sin
la tan ansiada y perseguida justicia. Así también, se levanta como modelo de la
falta de justicia, de la corrupción y todo lo que no queremos para nuestra sociedad.
Esperemos
que para el año que viene la justicia se torne real, y deje de ser una utopia.
Entendamos,
como dice Rashi, que la justicia que nos toca hoy en día es nuestra justicia.
No importa si antes hubo una mejor. Pero sigamos también la opinión que trae el
Talmud Ierushalmi, de exigir a nuestros jueces y dirigentes una justicia real,
no formalismos y promesas que desvanezcan nuestro derecho y nuestra obligación
de perseguir justicia.
“No
harás desviar el juicio, no habrás de ser condescendiente con conocidos; no
habrás de aceptar soborno, ya que el soborno enceguece los ojos de los sabios y
deteriora las causas justas” (16:20).
En
estos días de balance espiritual de Elul, no nos mintamos a nosotros mismos, no
nos tapemos los ojos ni nos dejemos enceguecer, si hay algo que realmente
queremos, deseamos y necesitamos, hagamos los esfuerzos necesarios para
lograrlo.
Quiera
Dios iluminarnos para lograr una justicia real y equitativa, la cual nos ayude
a mejorar nuestra sociedad y nuestro mundo.
JUSTICIA,
JUSTICIA PERSEGUIRÁS, PARA QUE PUEDAS VIVIR (Devarim 16:20)…
צדק צדק תרדף למען תחיה
Meir
Szames