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Al final de la parashá, hay un episodio muy potente, dónde
los hermanos de Moshé hablan mal de él (a causa de su relación matrimonial). No
figura expresamente si estas habladurías suceden delante de Moshé, o a sus
espaldas. Pero Moshé no responde (Números 12:1-3):
“Habló Miriám y Aarón contra Moshé por causa de la mujer
kushita que había tomado, -ya que una mujer kushita él había desposado-.
Dijeron: "¿Acaso solamente con Moshé ha hablado Adonai? ¡Ciertamente
también con nosotros ha hablado!" y lo escuchó Adonai. Pero el hombre
Moshé era muy humilde, más que todo hombre que hay sobre la faz de la tierra”.
Y Es Dios quien responde ante la situación, amonestando a
Aarón y Miriam, y explicando cuales eran las cualidades sobresalientes de Moshé.
Moshé, el gran legislador, el maestro de todos los maestros
de Israel, el líder de la salida de Egipto y la travesía en el desierto, recibe
un título sorprendente: ANAV MEOD, MUY HUMILDE. “El campeón de todo” recibe el
título por su humildad. No se resalta su sabiduría, su capacidad de liderazgo
ni su capacidad de trabajo, sino su humildad.
Para entender esto, hay que ver una actitud pasada de Moshé,
cuando se negaba a recibir la tarea de acompañar y liderar la salida de la
esclavitud a la libertad, en su encuentro con Dios en el episodio del “sné
boer”, la zarza ardiente. Allí estuvieron debatiendo una semana antes de que
Moshé acepte su puesto. Su humildad no le permitía imaginarse en ese rol. Era
el comienzo del camino.
Y el paso del tiempo, con el éxito rotundo de la “gestión de
Moshé Rabeinu”, contando la salida de Egipto, la entrega de la Torá en el Monte
Sinaí, entre otros episodios rutilantes, podrían haber generado en Moshé la
sensación de que él estaba por sobre el resto, de que el éxito era suyo
personal… pero no. Moshé no reacciona ante la ofensa, responde con un silencio
que le otorga el premio de que la Torá lo describa como “muy humilde” (no hay
otros personajes que reciban este tipo de títulos). Ha pasado el tiempo, se han
logrado éxitos, pero Moshé se mantiene fiel a su espíritu humilde.
Ese silencio habla de la altura espiritual de Moshé, su
“shlemut”, su completitud. Podría decirse: “lo que dice la persona que pretende
ofender a su prójimo, habla más de quien emite la ofensa, que de la persona a
la que pretende ofender”.
La soberbia y la arrogancia de las personas, surge de su
desconocimiento de Dios, de su desubicación delante del Todopoderoso. Moshé es
el más humilde, porque en su elevación y conciencia espiritual, puede entender
lo que es él delante de Dios: una pequeña llama 🕯frente a una antorcha🔥.
Así, pudiendo ubicarnos en el contexto de un mundo enorme,
donde somos pequeños actores de cambio, con éxitos temporales y fracasos que
preferimos no contar, tendremos que intentar tomar real conciencia de lo que
somos, y podremos entender cómo responder ante las ofensas, como sentir satisfacción
por lo logrado y cómo poder hacer lo mejor para ayudarnos a nosotros mismos y a
los demás.
¡Shabat Shalom uMevoraj!