3.3.15

Purim y (el grito de) tu identidad

            Hoy son 5 años que llegué a Buenos Aires de mi Corrientes natal en busca de un camino que me ha traído muchas alegrías. Y que promete más.

            Y esta mañana, mientras estudiaba Talmud con mi Rab, me acordé de algo que me enseñaron en aquel lejano Schule correntino (o quizás me lo enseñó mi Mamá... O quizás ambos): "si encontrás algo tirado por ahí, tenés que preguntar tres veces '¿De quién es?'. Si nadie responde que es suyo, solo así te lo podes quedar".

            ¿Qué estudiamos esta mañana en el Talmud con mi Rab? La mishná de Baba Metzia 21a que dice: “¿Qué objetos hallados se hacen propiedad inmediata del que los encuentra y cuáles otros deben pregonarse?” Si uno encuentra un objeto (frutas o monedas, por ejemplo), tirados en la vía pública, se presuponen que son cosas “Hefker[1]”, es decir, sin dueño. Si tenían un dueño, a este ex dueño ya no le interesan. Ha realizado “Ieush[2]”, vale decir, ha abandonado su voluntad de ser dueño de esta cosa.

            Ok. ¿Qué tiene que ver esto con Purim? A ver.

            Purim, según mi humilde modo de ver, podría ser llamada la "Fiesta de la Identidad". Así como Pesaj es la Fiesta de la Libertad, Purim festeja la identidad. Una identidad que sale afuera, que se manifiesta en el momento clave para seguir siendo lo que realmente somos.

            Y en este Purim, podríamos pensar, por qué deberíamos escondernos. Y sí, hay judíos que se esconden. Niegan lo que son. Abandonan su identidad con una facilidad y ligereza que sorprende.

            Como en la mishná mencionada más arriba: Deciden hacer Ieush de su identidad judía, la dejan abandonada, y esta identidad pasa a ser un Hefker, una cosa de nadie.

            Dos posibilidades:
            -Nadie recoge eso que quedó tirado, se pierde para siempre.
            -Otro recoge aquel bien abandonado, lo hace suyo, lo posee, y ya no hay derecho a reclamo.
            El ex dueño lo dejó abandonado, y por más que llore y patalee, no hay derecho a reclamo alguno.
            Eso que era suyo ya no le pertenece.

            Una tercera opción: Escuchar este grito de tu identidad. Ese “pregón” que anuncia que hay algo que es tuyo y que te está esperando a que lo busques.

            Queridos amigos: La identidad judía es de cada uno de los judíos que poblamos este mundo.
            No de un grupo superior, ni un grupo privilegiado. Pero si decidimos abandonar nuestra identidad, dejamos no sólo de ser judíos, sino que si un día decidimos volver a reconectarnos con lo "judío", es probable que la cosa ya no se parezca en nada a lo que habíamos dejado. El nuevo dueño hizo, con mejor o peor criterio, lo que le pareció mejor.

            Por eso, les propongo en este Purim, comprometerse a pleno con nuestra identidad. Una tradición milenaria, inmutable en el sentimiento, y en total movimiento en el pensamiento, prácticas y acciones.

            ¿Tu ser judío es tu orgullo? Actúa en consecuencia.
            Eso que aprendiste alguna vez te sirve. Siempre.

            Ahora sí.
            Durante el día de mañana a ayunar: Tzom Kal.
            Y a la noche recibir con cariño y amor el abrazo de tu identidad que te pide salir a festejar.

¡Purim Sameaj!

Meir Szames



[1] “Hefker” הפקר es la cosa abandonada, la cosa de nadie (res nullius).
[2] “Ieush” יאוש es la voluntad de dejar de poseer algo (pérdida del animus domini, para mis amigos abogados)