BS’D
El
tema principal que contiene la sección de Torá que leemos esta semana es la
construcción del Mishkan, el Tabernáculo, ‘templo móvil’ que acompañaría al
Pueblo de Israel en su travesía por el desierto. Dios le da la orden a Moshé de
que tome las ofrendas que voluntariamente traigan los hijos de Israel para su
construcción. Les dice qué elementos y donaciones tomar de entre lo que le
traigan, y luego viene el versículo más conocido de esta parasha: “Harán
ellos, en Mi Nombre, un santuario (Mikdash) y Yo residiré entre ellos”
(Shemot/Éxodo 25:8).
Luego
de cinco versículos donde se describen distintos materiales, les dice que lo
que quiere que construyan es un Mikdash, que devendrá en el ya mencionado Mishkan.
Un detalle: ‘Mikdash’ que traducimos como santuario, expresa una idea de
consagración, de santidad. Como lo explica el comentarista Ibn Ezra es llamado
‘Mikdash’ por cuanto que allí residiría Dios. ‘Mishkan’ por otro lado, nos
habla de habitar, de residir en cierto lugar/espacio físico. Otro detalle,
quizás más llamativo: Dios no dice ‘residiré en él’, sino ‘residiré entre
ellos’ (Shelah, Rabi Ishaiahu Horowitz). Dios pide un lugar donde el pueblo se
reúna, para así poder Él residir entre ellos.
¿Acaso
Dios no podría residir ‘entre ellos’ estén donde estén? Esto pareciera
indicarnos que la lectura que tenemos que hacer fuera otra. ¿Qué significa que
Dios resida ‘entre nosotros’? Quizás signifique que tengamos más
espiritualidad, quizás que podamos vivir en paz y armonía, quizás que nos
respetemos entre todos los seres humanos. No tenemos una única respuesta y
muchas otras ideas podrían agregarse a estas.
Ahora,
vale la pregunta: ¿Cómo construir un espacio digno de que en él habite Dios?
Quizás el siguiente relato nos ayude a tener un enfoque del tema.
Se
cuenta que cuando Rabi Shalom de Belz puso la piedra fundamental de su
sinagoga, rezó a Dios pidiéndole que toda persona que vaya allí a rezar, su
oración sea escuchada en los Cielos. ... Él mismo se ocupaba de ciertos
detalles de la construcción. Y era sabido entre los seguidores del Rabi Shalom
de Belz, que este Beit HaKneset se seguiría construyendo hasta la llegada del
mesías, ya que a propósito no terminó por completo su construcción, para que en
cada generación sigan sumando a su construcción… Incluso, una vez quisieron darle a Rabi Shalom
una gran suma de dinero para que concluya la construcción de la sinagoga, él se
rehusó a aceptar el dinero y dijo: ‘Es mi voluntad que todo Israel tenga parte
en este Beit HaKneset’.
Pedir
por el otro, poner la fuerza de trabajo a disposición, ocuparse de los
detalles, saber que no todo comienza y no se termina en uno mismo, siempre
teniendo la intención de sumar nuevos brazos y nuevas voluntades.
Siguiendo
esta línea, lo sagrado se construye entre todos, aportando cada uno lo suyo,
tomando en nuestras manos la construcción de una comunidad donde queramos
seguir sumando ‘ladrillos’, tomando lo que nos dejaron las generaciones
anteriores, formando las generaciones futuras y al momento de terminar nuestra
parte, saber que ellos, los que vienen detrás nuestro, serán capaces de seguir
construyendo una sociedad y un mundo mejor. Así, con la ayuda del Cielo,
podremos seguir trabajando en la construcción de nuestros lugares sagrados.
SHABAT
SHALOM UMEVORAJ
Rabino
Meir Szames