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Debarim
- Deuteronomio 3:23 - 7:11
Este
Shabat llega un día después de uno de los momentos más tristes y de reflexión
del calendario hebreo: Tisha BeAv. Y por esto mismo, este Shabat tiene
un nombre especial, se llama Shabat Najamú. Se llama así porque esa es
la primera palabra que encabeza la Haftará, que se lee del libro del profeta
Yeshaiahu.
Una
pequeña aclaración respecto a la Haftará: A partir del primer shabat después
del 9 de Av y durante siete shabatot consecutivos, se leerán siete profecías de
Yeshaiahu conocidas como: “shibá denejamata” –las siete (haftarot) de
consuelo-. Estas haftarot no presentan analogía alguna con las parashiot de
cada semana. El tema central de las mismas es reconfortar paulatina y
sostenidamente al pueblo de Israel luego de Tisha beAv.
Mientras
que las haftarot de infortunio cubren un período de tres semanas (en la previa
de Tisha BeAv), las de consuelo ocupan siete semanas, indicando, según palabras
de nuestros sabios, que la Benevolencia de Dios. es más duradera que Su ira.
Este periodo de siete semanas concluye el shabat anterior a Rosh
Hashana.
Ahora
sí, hecha esta introducción sobre el Shabat especial que viviremos esta noche,
hablaremos sobre la porción de Torá que nos toca esta semana, que se llama Vaetjanan,
y se traduce como: “Yo había rogado…”, refiriéndose a Moshé pidiéndole
al Kadosh Baruj Hu que le permita entrar a la Tierra Prometida.
Empezando
a analizar la parashá de esta semana, podemos encontrar tres ejes principales:
·
El primero,
como mencioné recién, al comienzo de la Parashá, donde Moshé le cuenta a la
nueva generación como él intentó y rogó para entrar a la Tierra Prometida, la
Tierra de Israel, y Dios se lo negó.
·
El segundo
eje, en el capítulo 5, es formado por los 10 Mandamientos, Aseret HaDivrot, que
son repetidos aquí por Moshé a la nueva generación, quienes eran muy pequeños o
no habían nacido en el momento de la entrega de la Torá, a los pies del Monté
Sinaí.
·
El tercer
eje, es sin lugar a dudas, una parte central de la Torá, fundamental para
nuestra Tradición, y vital para cada uno de nosotros: En el capítulo 6
encontramos el Shemá Israel, con su primer párrafo. Esta declaración de la
unicidad de Dios, que repetimos cada día, al anochecer y al amanecer, y que
acompaña los momentos más dolorosos y más alegres de nuestras vidas.
La
línea que según mi visión une estos tres ejes es la relación de padres con
hijos, de los mayores con los menores, de las generaciones unas con otras.
Veamos
un poco esto desde adentro de la Parashá:
Moshé
se encuentra a casi 40 años después de la salida de Egipto con toda una nueva
generación frente a él, ya todos los que eran mayores en el momento del éxodo,
que se habían criado en la esclavitud de Mitzraim, no estaban más. La que
tienen en frente es una generación nueva. Una generación nacida y criada en un
contexto extraordinario, como lo es el desierto. Moshé se toma sus últimos
momentos de vida para repetir y reiterar consejos y leyes, para que les quede
claro a los nuevos integrantes del pueblo, que ellos debían continuar con la
aceptación, aplicación y acrecentamiento de la tradición de Am Israel, del
Pueblo de Israel.
Tan
patente es esto, que se da un cambio notorio dentro de los 10 Mandamientos,
nada más y nada menos que en los 10 Mandamientos:
En
el mandamiento del Shabat, se cambia el fundamento del cumplimiento del Shabat:
En el libro de Shemot-Éxodo, el Shabat debe ser recordado por ser el día en que
Dios terminó su obra de creación, y descansó. En nuestra parashá nos
encontramos con lo siguiente[1]… En
el cuarto mandamiento se nos dice: Observa el día de Shabat para consagrarlo,
como te ha ordenado Ado-nai, tu D’s. Seis días trabajarás y harás todo tu
trabajo. Pero el día séptimo es Shabbat, para Adonai, tu D’s.; no harás labor
alguna, ...
Hasta
ahí salvo la primer palabra, que en Éxodo decía Zajor – Recuerda, y aquí
dice Shamor – Observa/cuida, no hay gran cambio. Los sabios explican que
Shamor veZajor bedibur ejad, Shamor y Zajor fueron dichos de una sola vez por
Dios, como cantamos en el Lejá Dodí.
Pero
quiero retomar la línea que estoy mencionando. Al final de este mandamiento ya
no se nombra la creación del mundo, sino que se nos da una motivación distinta
para el Shabat, dice así: Habrás de recordar que esclavo fuiste en la tierra
de Egipto y que te Sacó Ado-nai, tu D’s., de allí con poder fuerte y brazo
tendido; por esto te ha ordenado Ado-nai, tu D’s., observar el día de Shabat.
La
motivación ya no es la creación del mundo en siete días, ocurrida un par de
milenios atrás. El fundamento que da Moshé a la nueva generación para observar
el Shabat es un acontecimiento más propio, más cercano, apenas de la generación
anterior, donde quizás alguno de los presentes era niño o adolescente. Ya no se
trata de un motivo histórico lejano, sino de algo propio y cercano.
Y a
continuación, en el quinto mandamiento, se nos ordena Kivud Av VaEm, Honra a
tu padre y a tu madre -como te ha ordenado Ado-nai, tu D’s.- ya que se habrán
de prolongar tus días, y para que sea bien para ti sobre la tierra, que
Ado-nai, tu D’s., te da a ti.
El
respeto a nuestros padres, a nuestros mayores, algo que hoy en día “no está a
la moda”, forma parte central de nuestra tradición.
Una
posible pregunta sería: ¿Solamente los hijos deben respetar a los padres? ¿Qué
pasa con los padres en su trato con los hijos?
Allí
respondemos con el Shemá Israel, una primera respuesta a esa pregunta.
El
Shemá nos dice: Amarás, a tu Dios.
Les
enseñarás a tus hijos. Le enseñarás siempre, le repetirás con amor cada buena
enseñanza que tengas para darle, en toda ocasión, en cada momento del día, al
amanecer, y también al anochecer, cuando estés cansado de todo el trabajo del
largo día.
Y lo
segundo que tengo para agregar en nombre de esta parashá respecto a qué pasa
con los padres en su trato con los hijos, es que luego de que se nos dice de
prestar atención a que todo lo que tenemos y nos alegra no nos llega
exclusivamente de nuestro esfuerzo material, y luego de que se nos dice que
“Habrás de hacer lo recto y lo bueno a ojos de Ado-nai”, nos dice expresamente nuestra Torá (Debarim
6:20):
Cuando
te preguntare tu hijo mañana diciendo: ¿Qué son los preceptos testimoniales y
los fueros y las leyes EDOT, JUKIM MISHPATIM que ha ordenado Ado-nai, nuestro
D’s., a vosotros?
Responde
la Torá: Habrás de decir a tu hijo: Esclavos fuimos de Paró en Mitzraim; y nos
sacó Ado-nai de Egipto con poder fuerte.
Y
sigue describiendo como el Kadosh Baruj Hu nos sacó de Egipto, y nos dio la
Tierra Prometida, y las mitzvot, para que vivamos en ellas[2].
Como
explica el Rab Mordejai Edery Z”L en su comentario a la Torá: “CUANDO TE
PREGUNTARE TU HIJO...”
Si
bien la Torá pide al hijo que respete a sus padres, en este versículo se nos
pide que prestemos atención a sus preguntas minuciosas y puntuales.
Mientras
nuestros hijos son todavía infantes tenemos que prepararnos para recibir de
buen grado, de buena forma “las preguntas que nos formularán” y contestarlas
diligentemente.
No
debemos contestar a nuestros hijos relatándoles los grandes eventos como meros
datos históricos, sino como medios para el fin que aparece en los versículos que
venimos tratando.
Los
Sabios del Midrash, en un pasaje que figura también en la Hagadá de Pesaj
atribuyen esta pregunta acerca de las leyes que tenemos al más sabio de
nuestros hijos.
Los
Sabios del Talmud ponderan a los “grandes” que escuchan a los “chicos”. “Feliz
es la generación en la cual los grandes dan la razón a los chicos… ya que
entonces llegan a la conclusión irrefutable del respeto que ellos le deben a
sus mayores” (T.B. Rosh Hashanáh 25:B).
La
parasha de esta semana nos dice a todos nosotros, los “grandes”, que debemos
explicar las cosas de un modo amoroso, de un modo que se puedan entender. La
pregunta que tengo, y que no conozco la respuesta exacta, ni única, ni
definitiva es: ¿Cómo le hablamos a las nuevas generaciones? ¿Será posible
mantener nuestra tradición viva? ¿Podremos como Moshé lo hizo, hacer sentir la
tradición judía cercana a los jóvenes y a los no tan jóvenes?
Hace
algunas generaciones quizás nosotros no nos preguntábamos muchas preguntas,
aceptábamos la autoridad de nuestros padres y nuestros mayores, y hacíamos
caso. Hoy, el mundo cambió, las nuevas generaciones no tienen tan clara la
autoridad, entienden mucho más del amor, y dentro de ese amor, los chicos
tienen nuevas preguntas, mejores preguntas que las anteriores, y hay que saber
responder a esas preguntas. Papá ¿por qué hacemos Shabat? Papá ¿por qué comemos
kasher? ¿Por qué los Tefilin son así? Etc, etc. Cada uno en su casa con las
preguntas que hacen los pequeños. Hay que saber explicar, con amor, con
altura y no con explicaciones, las que podríamos llamar “infantiles”,
menospreciando a nuestros niños, sino entendiendo que ellos están
nutriéndose con esas preguntas y esperan respuestas que también los nutran.
Nosotros tenemos que nutrir esos jóvenes corazones con los mejores valores de nuestra
tradición.
Las
respuestas que demos quizás no sean verdades absolutas y terminantes, pero
serán respuestas sinceras, amorosas, de corazón. Y abrirán las puertas de
otras nuevas preguntas.
El
desafío está, según mi humilde opinión, en seguir buscando la forma, el
contenido, la manera de llegar al corazón de los judíos, de todas las edades, y
lograr que se sientan parte de su tradición, se sientan curiosos como niños
respecto a su tradición, que los espera para abrazarlos y ayudarles a recibir
algunas respuestas y generar nuevas preguntas.
Como
dice el Pirkei Avot, lo alejá ha-melajá ligmor no te corresponde
terminar toda la labor, ve-lo atá ben jorín libatel mimena pero no podes
dejar de intentar hacer tu parte del trabajo.
Les deseo
un hermoso Shabat, Shabat Shalom.
Rab Meir
Szames
[1] (Capítulo 5):
12: Observa el día de Shabat
para consagrarlo, como te ha ordenado Ado-nai, tu D’s.
13. Seis días trabajarás
y harás todo tu trabajo.
14. Empero el día
séptimo es Shabbat, para Adonai, tu D’s.; no harás trabajo alguno, ni tú ni tu
hijo ni tu hija, ni tu siervo ni tu sierva, ni tu buey ni tu as no ni ninguna
de tus bestias, ni tu extranjero que mora en tus ciudades; para que repose tu
siervo y tu sierva, como tú.
15. Habrás de recordar
que esclavo fuiste en la tierra de Egipto y que te Sacó Ado-nai, tu D’s., de
allí con poder fuerte y brazo tendido; por esto te ha ordenado Ado-nai, tu
D’s., observar el día de Shabbat.
[2] 22. Y realizó Adonai signos y portentos, magnos y
destructivos, en Egipto contra Parhóh y contra toda su casa a nuestros ojos.
23. Empero a nosotros
nos sacó de allí, para traernos, para darnos la tierra que ha prometido a
nuestros patriarcas.
24. Nos ha ordenado Adonai, cumplir todos los fueros
estos: para venerar a Adonai nuestro D’s., para nuestro bien, durante todos los
días, para mantener nos en vida, como este día de hoy.
25. Y mérito será para
nosotros cuando cuidemos para cumplir toda la ordenanza esta, ante Adonai,
nuestro D’s., como nos ha ordenado.