Las velas de Januca[1] [2] - נרות חנוכה
Habitualmente, una persona se pone contenta cuando hace
crecer su patrimonio. Si hoy gana dinero, se pone contenta, y si mañana gana
más, se va a poner más contenta, y así sucesivamente, a medida que vaya
aumentando su fortuna, irá aumentando su alegría.
Y algunos de nosotros, si nos cuentan que a nuestro amigo le
va bien en los negocios, nos vamos a alegrar, pero si nos siguen contando que
ganó más varias veces, las veces siguientes ya no nos vamos a alegrar tanto
como la primera vez.
¿Cuál es la diferencia? Hay que considerar que, respecto a
uno mismo, la persona no se acostumbra fácilmente al éxito, es por esto que su
alegría aumenta más y más. Pero no ocurre lo mismo con la felicidad de los
demás, la persona se acostumbra y el sentimiento de alegría disminuye
paulatinamente.
Si nos miramos a nosotros mismos cuando está por llegar una
festividad (jag) nos encontramos contentos, cada uno según su forma de expresar
la alegría (simjat ha-jag), pero no es una alegría que vaya en aumento cada
día, sino que a medida que nos acostumbramos a la festividad, nuestra alegría
va disminuyendo de a poco. Pero esto no es así con nuestros guedolim (en Torá y
Avodat H’). Muy por el contrario, su alegría es interior, de sus actos de
profunda introspección sobre el contenido de la festividad, y a medida que se
suman los días de jag, aumenta su reflexión, y se van acumulando y sumando los
sentimientos acerca de la grandeza y maravillas divinas con la vivencia de la
festividad y el regalo inmenso que nos da H’, y por eso van acumulando y
haciendo crecer la alegría día a día. [...].
Una labor
que disminuye y una labor que aumenta/acumulativa[3]
El asunto es que los niveles de labor espiritual (avodá) son
tan distintos, como sea que haya personas con distintos niveles espirituales [NdT: es decir, infinitas posibilidades].
Hay quien tiene una avodá externa, que es “lo lishmá” o estudiada (Avodat
HaNefesh[4]). Y
también si la emoción y el fervor funcionan (Avodat HaRuaj), de todos modos,
sigue siendo una avodá jitzonit (exterior), y el fervor (itlahabut) va
disminuyendo progresivamente a medida que se va acostumbrando a ella, pero hay
algunos virtuosos que logran una avodá real interior (Avodat HaNeshamá), es
decir, un retorno al corazón, y su alegría/simjá en esta avodá se acumula y
crece permanentemente. Así explica el Rashaz de Kelm zT”L que las impresiones
del retorno al corazón se suman, es decir, que cada sentimiento se suma al
anterior, y así aumenta y se multiplica, y la persona sube y sube.
Este es el asunto sobre los novillos de la festividad de
Sucot (Parei HeJag) que nosotros ofrecemos como ofrenda por las umot ha-olam[5], que
van disminuyendo paulatinamente (de 13 a 7 novillos /Parashat Pinjas –
29:12-34). Su labor espiritual, incluso si es dirigida hacia H’, es
considerada una labor meramente externa [...]. Por esto no se puede establecer
un orden ascendente en sus ofrendas (de Sucot), es decir, como los tzadikim,
sino que se establece un orden descendente correspondiente a un nivel de labor
exterior. Este es el debate de la
escuela de Shamai y la escuela de Hilel (que
figura en Shabat 21b): Los Sabios decretaron la recordación del Nes-Milagro
de Janucá según el orden de la labor espiritual de los individuos especiales,
un trabajo espiritual interior, es decir, correspondientes a un orden creciente
de días, como establece Beit Hilel,
en el que cada día el reconocimiento del Nes se va acumulando a través de un
regreso hacia el corazón con una reflexión consciente día a día, así como
entender lo profundo de la definición del Maalín BaKodesh (elevarse en asuntos de santidad). O quizás, como enseña Beit Shamai, que la decisión legal (de
ir de 8 a 1 velas) es en consideración de la generalidad de las personas, y por
eso queda como aquellas personas simples que realizan una labor espiritual
exterior, y la emoción principal sucede el primer día y luego va disminuyendo
progresivamente. La explicación de esto sería que mientras todavía queda mucho
del jag por delante, es más respetable para nosotros, lo que no sucede en las
últimas horas de la festividad, momento donde casi no sentimos nada, porque en
breve ya se irá la festividad (y si realizamos un análisis sincero de nosotros
mismos, puede ser que eso sea lo que sucede exactamente dentro nuestro). Este
nivel es similar al de los Parei HeJag
[...].
Avodá
negativa y Avodá positiva[6]
Es dable destacar, que el debate (majloket) entre Beit Hilel
y Beit Shamai es en el nivel de Mehadrín
min HaMehadrín. Y del asunto que se discute, se puede ver reflejada una
pregunta básica acerca del comportamiento del ser humano, en su intención de
subir de su situación actual (baja) en sus cualidades respecto a Avodat H’.
La persona encuentra dos caminos por delante: Acaso
debe copiar/imitar con su accionar (labor espiritual meramente externa) la
costumbre de los iejidim-jasidim-meulim, incluso si sabe que en el interior de
su corazón no ha llegado a ese nivel de apego espiritual. O quizás deba ser
puntilloso y realizar sus acciones y conductas siempre según su exacta y
verdadera estatura espiritual. Cada una de estas posturas tiene su pro y su
contra, porque si realiza sus acciones como la realizan los mehadrín, se
confunde en su verdadero nivel, porque finalmente se va a considerar a sí mismo
como si fuera uno de los metzuianim haguedolim. Pero, por otro lado, si no hace
como lo hacen los mehadrín, y no levanta su nivel aunque sea en embellecer sus
acciones, haciendo las acciones del mejor modo, incluso que fueran solo
exteriores, puede llegar a caer aún más, tanto en penimiut (aspecto interior)
como en jitzoniut (aspecto exterior), ya que debilitar su accionar lo puede
llevar arrastrado a cualidades como la dejadez/vagancia y otras cualidades
desagradables.
O, por el contrario, quizás debe elegir otro camino, ya que
¿cuál es el beneficio de engañarse a sí mismo?, por el contrario, tiene que
enseñarse a sí mismo a saber su poca valía, y que siempre piense en eso y se
fortalezca para subir hacia arriba en el camino de la verdad (derej ha-emet).
No un simple engaño. Y sobre esto discutían las escuelas de Hilel y Shamai. El
que viene a mejorar en el nivel de los Mehadrín min HaMehadrín, explica Beit
Shamai que necesita recordarse a sí mismo su bajeza, porque si no aumenta su
aspiración hacia la penimiut irá disminuyendo progresivamente como sucede con
toda labor meramente externa y aparente, como sucede con umot haolam. Y esto tiene que
tenerlo presente siempre en la intimidad de su avodá, que conserve el
reconocimiento de su bajeza, y el peligro terrible y amenazante que tiene
delante suyo siempre.
Beit Hilel entiende todo lo contrario, a saber: la persona
tiene que hacer las acciones como lo hacen los tzadikim, y que se recuerde a sí
mismo de un modo positivo que debe ser de aquellos que suman y siguen, y que
esto se puede lograr solamente a través de una avodá penimit (labor espiritual
interior y sincera); y cuando haya necesidad de una autocrítica, para esto debe
estudiar musar una y otra vez, trabajar lo que le falta en su corazón - y él lo
sabe-, pero respecto al asunto de su maasé
(accionar) que no disminuya por esto, porque en la práctica su avodá debe
ser del modo más positivo posible sin ningún pesimismo, porque ser negativo lo
puede llevar a más jisarón (faltante), lo que no sucede respecto al optimismo,
que es posible que lo lleve hacia arriba.
[1] Mijtav Me-Eliahu, tomo 2, páginas 120-122
[2] Texto traducido y explicado por el Rab Meir
Szames
[3] עבודה פוחתת ועבודה מתוספת
[4] El Rab Dessler explica en Mijtav Me-Eliahu,
tomo 5, página 13 lo siguiente:
En Avodat Hashem hay tres tipos de labor espiritual:
Avodat H’ del NEFESH: actos externos solamente.
Avodat H’ del RUAJ: actos con fervor, y a veces hay en esta avodá
equivocaciones y contradicciones
Avodat H’ de la NESHAMÁ: con el retorno al corazón - hashavá el haLev-,
nivel de “kol dmamá daká”, reconocer el emet dentro del corazón.
[5] Las Umot HaOlam son las 70 naciones que la
Torá recuenta luego del Mabul - Diluvio
[6]
עבודה שלילית ועבודה חיובית