Sobre el asunto de juzgar generosamente a los demás (Ladún Lekaf Zejut[1]).
Hay gente que cae en Rosh Hashana sin saber por qué le
pasa eso, y esto es porque hay faltas encubiertas que pueden provocar que no
recaiga sobre nosotros la misericordia (למנוע ממנו רחמים). Veamos un caso.
Está escrito en la Mishná (Avot 2:4): No juzgues a tu
prójimo hasta que no llegues a estar en su lugar-situación[2]
(למקומו). Su lugar, es
decir su experiencia, su prueba, su desafío, su situación. Es decir, su misma
situación de fuerzas espirituales e intelectuales, misma situación de tiempo y
espacio, y en eso, cada persona difiere totalmente de la otra. Por esto, nunca
va a llegar a estar en su mismo lugar, y nunca
tiene que juzgar a su prójimo.
Dios mira el corazón, y la persona mira la apariencia
exterior (parafrasea a Shemuel 1 - 16:7, en el pasuk está al revés[3]),
solamente el Kadosh Baruj Hu es el Makom (Mekomó shel Olam) del mundo, y todas
las combinaciones de las partes están en sus manos, Él es el juez-Daián. Y el
ser humano, incluso Moshé Rabeinu, alav hashalom, miraría la apariencia
exterior.
La obligación de la reprimenda (tojajá) es asimilable a la situación en la que el médico administra
la medicina según lo que sus ojos ven/observan. Pero es imposible para una
persona encontrar exactamente cuáles son los valores y sentimientos que le
pertenecen a la otra persona.
Juzgar para bien, Lekaf zejut, es una mitzvá incluso
en los casos y modos más alejados, raros y extraños posibles (ver Shabat 127b) porque la inclinación de
ver la falla en la otra persona es tan habitual y sencilla, que la forma de
reparar este error es concentrarse en el/irse al otro extremo (digo: pasar de
mirar el error en el prójimo, a pensar absolutamente para bien), ver Rambam
Hiljot Deot 2:2.
El que “se sienta en la silla del juez” para juzgar a
los demás, en los Cielos se sentarán a juzgarlo a él, y le será imposible
recibir el privilegio de la misericordia Divina (Rajamim).
No hay comentarios:
Publicar un comentario