30.10.13

PARASHAT TOLEDOT

            “Volvió Itzjak y cavó los pozos de agua – que habían cavado en los días de Abraham, su padre – y que habían obstruido los pelishtim, después de la muerte de Abraham y él les asignó nombres, los mismos nombres que les había asignado su padre. (Bereshit 26:18).
            Promediamos el libro de Bereshit (Génesis), y nos encontramos un relato tras otro. Elijo centrarme en este relato, para resaltar la figura de nuestro patriaca Itzjak, de quien muchas veces se dice que no tiene los méritos de su padre, ni llegará a los logros de su hijo.
            Abraham Avinu es el primero en desligarse de las ataduras de la idolatría, eligiendo y siendo elegido para ser estandarte del mensaje divino.
            Iaacov Avinu, nieto de Abraham, será el padre de Israel, siendo que de sus hijos vendrán las doce tribus.
            Itzjak, que hace dos parashiot fue atado al altar, hoy enfrenta todo tipo de vicisitudes: Hambrunas, trato con reyes extranjeros, destierros, nuevos caminos y nuevas oportunidades.
            Los méritos de Abraham para ser llamado “Avinu” - nuestro patriarca, son sobrados. Y entonces viene la pregunta, Itzjak… ¿Cuáles son sus méritos?
            Volvamos al versículo que encabeza este escrito, y analicemos que nos dice.
            “Volvió Itzjak”: Volvió por el mismo camino y a los mismos lugares que lo hiciera su padre.
             “y cavó los pozos de agua”: El agua, fuente de vida. Donde encontramos agua la vida es posible y puede continuar.
            “y que habían obstruido los pelishtim, después de la muerte de Abraham”: Siendo su padre el que había encontrado esa agua, y se había ocupado de cavar y mantener esos pozos.
            “y él les asignó nombres”: De este modo haciendo propias estas fuentes, y responsabilizándose de su mantenimiento y nutriéndose de ellas.
            “los mismos nombres que les había asignado su padre”: ¿Casualidad? ¿Causalidad?

            ¿Qué pretendo mostrarnos con esto?
            Nuestra Torá, en muchas ocasiones, es comparada con el agua. Según nuestras fuentes, sin beber agua, no puede vivir el ser humano más de tres días.
            Nosotros, concientemente o no, recorremos un camino día a día. Muchas veces podemos estar pasando por el mismo lugar que pasaron nuestros anteriores, sin siquiera darnos cuenta.
            ¿Cómo sabía Itzjak el nombre que su padre le había dado a los pozos? Esto no puede ser casualidad. Abraham, imaginemos, le enseñó a su hijo por cual camino debía ir, que pozos le pertenecían, de cuales beber y como llamarlos e identificarlos.
            Los hijos, nuestra descendencia, nuestra continuidad. Imaginamos para ellos tantas cosas, les soñamos tantos sueños anticipadamente.
            ¿Qué les damos para lograrlo? ¿Habrá que imponerles nuestras convicciones? ¿O simplemente habrá que nutrirnos nosotros de esa “agua” y enseñarles cual agua hay que beber para que ellos elijan luego?
            ¿Qué hacemos con tantos interrogantes? ¿Poseemos las respuestas? Quizás no. Pero tenemos muchas preguntas. Hay un camino recorrido por nuestros anteriores, donde cada uno de nosotros sabe bien cuales son las fuentes de donde se puede beber.
            ¿Será que nosotros, como Itzjak, tendremos la fortaleza para volver a esas fuentes, nutrirnos en sus manantiales y volver a elegir nuestro camino?
            Entiendo eso como un gran mérito de Itzjak Avinu. Ser fuerte para superar, seguir y recuperar lo que es de él. Seamos fuertes también nosotros para recuperar y volver a elegir lo que es nuestro, la tradición milenaria de nuestro pueblo.

SHABAT SHALOM UMEVORAJ!
Meir Szames
Seminarista

“Así como el agua va cayendo de a gotitas, y esas gotitas se convierten en ríos, así es la Torá, el ser humano va estudiando dos cositas por aquí, dos cositas por allá, y se hace un fuerte río que fluye”
Shir Hashirim Rabá

 ומה מים יורדין טיפין טיפין ונעשית נחלים נחלים כך תורה אדם למד ב' הלכות היום וב' למחר עד שנעשה כנחל נובע
שיר השירים רבה (וילנא) פרשה א

9.9.13

IOM KIPUR 5774 ¿Por qué motivo pedimos “perdón”?


                Nos encontramos una vez más todos juntos, enfrentándonos a lo que muchos consideran, el día más estremecedor del año. Día de emociones, de recuerdos. Día indicado por nuestra Tradición, como el día específico para pedir perdón. Pero, ¿cuál es la transgresión que da origen a este día temible?
                Para entender un poco más sobre este día, recurriremos a la Torá (Biblia) y a Nuestros Sabios para ver que tienen para decirnos al respecto.
                Luego de la salida de la esclavitud de Egipto, los hijos de Israel teníamos dos objetivos: recibir la Ley y la Tierra Prometida.
                Por ello, una vez liberados maravillosamente de la tierra de Egipto, nos dirigimos al Monte Sinaí, a recibir la Torá, una de las finalidades fundamentales de tan larga espera.
                Una vez llegados al pie del Monte Sinaí, se desarrollaran varios eventos, que pueden ser agrupados en tres períodos de cuarenta días y cuarenta noches cada uno, donde Moshé subirá y bajará del Monte: 1) Luego de la entrega de la Torá al 17 de Tamuz, donde se encontrará con el becerro de oro y quebró las primeras Tablas; 2) Después, pasará cuarenta días implorando y pidiendo la expiación para el Pueblo por tan grave transgresión; 3) En Rosh Jodesh Elul recibirá la Orden Divina de tallar las dos tablas de piedra como las primeras (Shemot – Éxodo 34:1. Ver comentario de Rashi a Shemot 33:11).
                Este tercer período de cuarenta días y cuarenta noches, culminará el 10 del mes de Tishrei, conocido como יום הכיפורים Iom HaKipurim “Día de las Expiaciones”.
                He aquí el origen bíblico de éste día. Es decir, venimos a pedir perdón por adorar un falso ídolo. Claro está que en ocasión del relato bíblico, no fue todo el pueblo detrás de la idolatría, sin embargo, al ser responsables los unos por los otros, todos nos presentamos a obtener el perdón por el error.
                Esto resultará en diversas leyes y costumbres para Nuestro Pueblo, por ejemplo, desde el principio del mes de Elul (mes previo a los Iamim Noraim) tocaremos y escucharemos el Shofar cada mañana; se rezaran oraciones y rogativas para obtener absolución (Selijot); y también tendremos la oportunidad de realizar nuestro balance personal del año que dejamos (Jeshvon Nefesh).
                Así como Moshé, que no tuvo nada que ver con el becerro, y se cargó al hombro el pedido de absolución ante Dios, así también nosotros debemos cerrar este período de cuarenta días de balance, haciéndonos cargo obviamente de lo personal, pero sin dejar escapar lo colectivo, por lo cual también responderemos en estos Iamim Noraim.
                Al respecto, dice el pasaje bíblico de Bemidbar – Números 14:20, que cantaremos en Iom Kipur, “Dijo Adonai: ‘He absuelto según tu palabra’” ויאמר ה' סלחתי כדברך (Vaiomer Adonai, salajti kidvareja). Que así como Dios se reconcilió con alegría y de todo corazón con Israel, y le entregó las segundas Tablas de la Alianza, así podamos nosotros reconciliarnos con aquellos que nos encontramos distanciados en lo personal, y con nuestra Tradición milenaria en lo colectivo, recibiéndola con alegría.

¡SHANA TOVA UGMAR JATIMA TOVA!

שנה טובה וגמר חתימה טובה!¡
מאיר שמש

Meir Szames
Seminarista

“Soñemos como si fuéramos inmortales y vivamos como si fuera el último día”
Rabino Damián Karo



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31.7.13

ELECCIONES

                         
                “Todo está previsto pero el hombre tiene el libre albedrío; el mundo es juzgado con benevolencia pero todo depende de la mayoría de nuestras acciones[i] (Pirkei Avot 3:15)
                Esta mishná del Tratado de Avot es una de las fuentes centrales en lo que respecta al “libre albedrío” o como es llamado en hebreo “libre elección” (בחירה חופשית).
                El Rab Ovadia de Bartenura comenta al respecto: “Todo lo que el ser humano hace hasta en su mayor intimidad está ‘descubierto’ para Él. Y el permiso está dado, es decir, que está en manos del ser humano hacer el bien y el mal, como está escrito “Mira: he dado ante ti el día de hoy: la vida y el bien; la muerte y el mal.” (Debarim – Deuteronomio 30:15)”. Y sigue citando al RaMBaM, “Toda acción humana, lo pasado y lo que se hará en el futuro, todo es sabido por Él, y no por eso debes decir: por cuanto el Santo Bendito Él sabe todo lo que hará el ser humano, luego el será responsable por su accionar, de que sea justo o malvado, porque la posibilidad está en sus manos, de hacer lo bueno y lo malo, y no hay nada que lo obligue/fuerce a ello”.
                Les pido me acompañen en un breve abordaje sobre este tema.

                Llama la atención la facilidad que tenemos para deslindar responsabilidades, echar culpas en otros, en lugar de asumir la parte que nos toca en este ‘juego’ que llamamos ‘vida’.
                La Torá nos dice “…la vida y la muerte he dado ante ti, la bendición y la maldición… Habrás de elegir la vida…” (Debarim 30:19). Algunos podrán decir que este ‘juego’ son fichas de dominó puestas en filas, que cuando uno da el primer movimiento todo se desencadena irremediablemente. A mi me parece más un juego de naipes, donde dentro de la baraja tenemos diversas opciones y es cada ‘jugador’ el que elige su forma de jugar.
                Supongo que muchas veces no somos concientes de lo que desencadenamos con lo que hacemos y decimos, pero asimismo, en la mayoría de los casos tenemos la chance de volver a ‘repartir’ y comenzar una nueva partida.
                Nuestra palabra, que tantas veces empeñamos en conversaciones vanas, es la misma con la cual Dios crea el mundo, y es la misma con la cual el ser humano le da nombre a las creaturas, como lo leemos en el Bereshit – Génesis. Incluso cuenta el Midrash[ii] que el ser humano le puso su nombre a Adon-i, nombrándolo como “el señor de todas las creaturas”. Ahí tenemos un aspecto a cuidar y hacernos responsables: las palabras que empleamos.

                Es inevitable para mi asociar el libre albedrío/libre elección con la responsabilidad. Parece un juego de palabras, que en hebreo tiene sentido. ‘Responsabilidad’ se dice “ajraiut אחריות” y ‘Otro’ se dice “ajer אחר”. Saber que lo que nos hacemos a nosotros mismos es probable que se lo hagamos a los demás, o que afecte a los demás. Es ahí donde el concepto de pasarle responsabilidades a los ‘otros’ (ser humano, Dios, mundo, destino, fatalidad, excusas, etc.) no alcanza. Un ejemplo chiquito de esta idea: No estudiar para un examen y luego responsabilizar a otros por salir mal:“mamá, la profesora me tiene bronca…” suena infantil.
                Ahora busquemos un ejemplo bíblico clásico: Entre tantos, vayamos a Bereshit, y encontrémonos con la situación ‘perfecta[iii]’ en la que se hallaba el ser humano en el Jardín del Edén: no trabajaba, no sufría enfermedades, no moría. Y tenía una sola regla: no comer del árbol del bien y del mal. En ese momento aparece la ¿malvada? serpiente y lo induce a comer del fruto prohibido. ¡Claro! Es culpa de la serpiente, del otro. Qué fácil se resuelve, el hombre dice que fue la mujer; la mujer dice que fue la serpiente, y así nos vamos ‘pasando la pelota’ unos a otros. Entonces, otro aspecto a atender podría ser tener cuidado con lo que o a quien escuchamos, de quienes tomamos ejemplo y consejo.

                Dice mi Rab Damián Karo “Ser responsable es poder responder por las propias elecciones. Si elegimos libre y concientemente el resultado siempre será positivo…”[iv]
                Y puede llegar a ser así. Si cada uno de nosotros meditara la siguiente acción que va a realizar, pensando si uno está siendo fiel a lo que cree con eso que va a hacer, teniendo en cuenta a los demás, a ese ‘otro’ con quien nos cruzamos en esta vida.
                Podríamos buscar un cambio, y de este modo dejar de tercerizar nuestra responsabilidad.

                En definitiva, me resulta más agradable al intelecto pensar, siguiendo la opinión del RamBaM, que cada uno elige lo que hace[v]. Sin responsabilizar a nadie por nuestras elecciones, siquiera a Dios (y no por esto disminuye Su Grandeza).
                ¿Tenemos que elegir? Si vamos por la opción del “sí”, debemos responsabilizarnos y elegir.
                Seguir esclavizados, en la estrechez de un Egipto que no elegimos, haciendo ladrillos y adorando falsos ídolos. Es una posibilidad, válida por cierto. Pero te propongo que sea tu elección, no la de otros.
                Espero te haga feliz elegir otras opciones de las que se nos ofrecen, una elección personal, plena y conciente.
                Quizás nos interese la posibilidad de ser parte de un pueblo que elige mantener su identidad viva y pujante a través de los milenios. Ahí te acompaño. El Rab Edery dice: “El ser humano no ejercita su libre albedrío enfrentándose a un mundo de valores neutrales[vi]”. Y agrego yo un pedacito de un Salmo que leemos y cantamos Shabat por la mañana “Los preceptos de Adon-ai con su pureza, iluminan los ojos[vii]”.

                Al fin y al cabo, elijas lo que elijas, vas a estar acompañado. Como dice el Talmud, “por el camino que el ser humano desea ir es acompañado[viii]”.

Meir Szames
Seminarista

Para Javier Efrón, de quien disfruto su amistad sincera y que en una charla hace años me enseñara la Mishná que encabeza este escrito.




[i] En hebreo: הכל צפוי והרשות נתונה ובטוב העולם נדון והכל לפי רוב המעשה
[ii] Bemidbar Raba, Parashat Jukat 19: 3
[iii] El RaMBaM dice que Adam antes de su desobediencia era perfecto. Ver Guía de los Descarriados, Primera Parte, Capitulo II
[iv] Rabino Damián Karo, VIVIR SIN ETIQUETAS, 1a ed., Buenos Aires, Ediciones B, 2013. Pág. 61
[v] Ver Mishné Torá, Hiljot Teshuva, en especial Capítulo 5 Halajá 2.
[vi] Rabino Marcos Edery, Libro de Deuteronomio, 2a ed. 5754-1994, Editorial Sinaí, Tel Aviv, Israel. Comentario a Debarim 30:19 pág. 242
[vii] Salmos 19:9. En hebreo ""מצות יקוק ברה מאירת עינים Explican los comentaristas que se refiere a los “ojos espirituales”
[viii] ״בדרך שאדם רוצה לילך בה מוליכין אותו״ (מכות י ע״ב)

13.6.13

PARASHAT JUKAT “La pregunta”

                La Parashá de esta semana empieza con el ritual de la Pará Adumá, vaca bermeja / roja, (Bemidbar – Números, capítulo 19) que tenía por finalidad purificar ritualmente a los hijos de Israel y permitirles volver a acercarse a lo sacro. Este precepto es de difícil comprensión, y figura en Kohelet – Eclesiastés que ni siquiera el Rey Shlomó pudo explicarlo.

                A continuación nos encontramos con la muerte de Miriam, hermana de Moshé, y seguidamente el pueblo se queda sin agua para beber, hechos que el Midrash conecta, diciendo que con la desaparición física de Miriam se secan las fuentes que abrevan al pueblo de Israel.
                “Mas no había agua para la asamblea; y ellos se congregaron contra Moshé y contra Aharón. Contendió el pueblo contra Moshé y se manifestaron diciendo: ‘Y ojalá hubiésemos perecido al perecer nuestros hermanos ante Adonai!’ ” (Bemidbar 20:2-3)
                El sabio Ibn Ezra nos explica que estamos en el año cuarenta desde la salida de Egipto, y que se trata de una “asamblea” conformada por una nueva generación, ya que todos aquellos hombres que a la salida de Egipto eran de veinte años o más habían muerto en el desierto, a causa del evento de los “exploradores” (Parashat Shlaj – Bemidbar capítulo 14).
                Al encontrarse la nueva generación en esta situación de apremio, lo que hacen es reclamar por agua. Al ser un reclamo justo, ellos no reciben ningún tipo de castigo a pesar de sus fuertes protestas.
                Entonces, Dios da la solución para tan grave problema: “Habló Adonai a Moshé diciendo: ‘Toma la vara y congrega a la asamblea, tú y Aharón tu hermano, y hablaréis a la roca ante los ojos de ellos y dará sus aguas; y les sacarás a ellos aguas de la roca y darás de beber a la asamblea y a sus animales’ ”. (Bemidbar 20:7-8)
                ¿Qué situación tenemos? Hay un recambio de generación. Los mayores ya no están, y los jóvenes no saben de que modo conseguir el agua.
                Vemos airadas quejas de la nueva generación: “Y para qué habéis traído a la congregación de Adonai a este desierto, ¿para morir allí nosotros y nuestros animales? Y ¿para qué nos habéis hecho ascender de Egipto para traernos a este lugar malo? … ”. (Bemidbar 20:4-5)
                Ante la situación desfavorable, el pueblo ya no tiene nada que ver con el proyecto colectivo. Ya no hay recuerdo de las bondades pasadas. Me recuerda a la expresión “los amigos del campeón”. Pero sobre todo me hace pensar en el hijo malvado de la Hagadá de Pesaj que dice sobre el Seder “¿Qué significa este ritual para ustedes?” y de este modo se desliga de la suerte de su pueblo, por lo cual se le responde duramente. Y parece que algo de esto es lo que hace Moshé Rabeinu: “Congregaron Moshé y Aharón a la congregación al frente de la roca y les dijo a ellos: “Escuchad ahora los rebeldes, ¿acaso de esta roca os vamos a sacar agua?”. Elevó Moshé su mano y golpeó la roca con su vara dos veces; salieron aguas copiosas, bebió la asamblea y sus animales.” (Bemidbar 20:10-11)
                El pueblo se queja airadamente, y Moshé responde con dureza. Los trata mal injustamente.
                La sanción no se hace esperar, leemos en el versículo 12 “Dijo Adonai a Moshé y a Aharón: ‘Puesto que no habéis creído en Mi para consagrarme ante los ojos de los hijos de Israel, por lo tanto no habréis de traer a esta congregación a la tierra que Yo les he dado a ellos’ ”.
                Moshe trata mal al pueblo, golpea a la roca en lugar de hablarle. A él y a su pueblo les sucede lo mismo: no pueden dialogar. No pueden hablarse con respeto, poniendo atención a lo que el otro tiene para decir. Todo es tomado a título personal. Todo es usado para ofender al otro.

                De aquí podemos extraer una pregunta fundamental: ¿Por qué Moshé, habiendo sido el líder del pueblo durante su travesía por el desierto durante cuarenta años no podrá ver por un hecho momentáneo y arrebatado la tierra prometida que tanto anhelaba ver?

                Nuestra Tradición nos plantea varias posibilidades que comento sucintamente: a) no permite que el pueblo vea como Dios puede hacer que con palabras de una roca brote agua; b) no entrará por haber golpeado la piedra en vez de hablarle como Dios se lo había ordenado; c) el pecado de Moshé habría sido ofender al pueblo, al calificarlo de ‘rebelde’, cuando en realidad sólo pedían agua (Maimónides); d) era la segunda vez que ponía en duda la capacidad de Dios (según el Midrash Rabá la otra oportunidad fue en Bemidbar 11:22 cuando pone en duda que Dios pueda proveer de carne a todo el pueblo); y así podría seguir citando fuentes que den razones para todos los gustos para la pregunta que se nos plantea.

                En definitiva, si hoy me preguntaran a mí, podría llegar a pensar que el castigo recibido por Moshé es debido a los males que acarrea la falta de dialogo.
                La incapacidad que tenemos a veces de poder prestar atención al prójimo, a ese otro que quizás nos quiere decir algo y sin siquiera oírlo ya sabemos que respuesta certera le tenemos que dar.
                La imposibilidad que de vez en cuando nos aqueja de no poder expresarnos de buena manera, afables y calmos.
                Sobre todo, la falta de habilidad para poder validar los argumentos del otro, entregándonos al facilismo de soslayar y desdeñar a quien quizás piense distinto a nosotros.

                Así como no se entiende o es difícil de explicar el ritual de la Pará Adumá, también es difícil entender y explicar la incapacidad de diálogo que muchas veces nos aqueja.
                Preguntémonos que tenemos que mejorar, en que fallamos cuando nos comunicamos con nuestros semejantes. Lo cortés no quita lo valiente.
                Que podamos escuchar y ser escuchados, que podamos ver en el otro a un prójimo al que podamos amar.

SHABAT SHALOM UMEVORAJ!!!!

 “Ben Zomá dice: … ¿Quién es valiente? Aquél que domina sus pasiones: pues así está dicho (Proverbios 16:32): ‘el paciente es mejor que el fuerte, y el que domina sus pasiones supera al conquistador de una ciudad’ …” (Pirkei Avot 4.1)

Meir Szames
Seminarista



Para mi primo Guillermo, quien ya hace años fuera el primero en plantearme esta pregunta, la cual no tiene una respuesta certera, pero la seguiremos buscando. Mientras tanto, tenemos la pregunta, que no es poco.

3.5.13

SHAVUOT 5773 – “EL CAMINO”


כ״א לעמר – ס״ה למדינת ישראל


            SHEMOT - EXODO 13:17-18:. “Ocurrió que al expulsar Parhó al pueblo, no los condujo Elohim por el camino de la tierra de los pelishtim, porque cercano era, …E hizo girar Elohim al pueblo por el camino del desierto hacia el Mar de los Juncos.
            Transitamos días plenos de significado. Salimos de Mitzraim, y surge la primera pregunta ¿Cuáles son los motivos de la salida de los hebreos de su esclavitud? La Torá es clara al respecto: Para volvernos plenos debemos recibir la Ley y llegar a la Tierra.
            Ese es el camino, una senda que volvemos a transitar cada año: Nisan, Pesaj, Omer, duelos, la alegría de Iyar y Iom HaAtzmaut, y todo esto para contar y vivir siete semanas que deberían resignificarnos y prepararnos adecuadamente para, como Pueblo Libre que somos, recibir la Ley, una vez más en Sinaí, en Jag HaShavuot.
            Y sí, un camino lleno de postas, algunas que nos gusta visitar, otras con un gusto no tan agradable.
            Recordamos en Pesaj que fuimos (o quizás somos) esclavizados, porque para apreciar nuestra siempre difícil libertad, tendremos presente que no siempre fue así, que una vez fuimos esclavos del faraón en Egipto y, hoy en día, podemos caer esclavos de “modernos faraones”.
            Recomenzamos una cuenta, como aquella persona que sabe que a la suma de esos días viene algo muy esperado. Como figura en Vaikra - Levítico capítulo 23:15-16 “… y habréis de contar vosotros desde el día siguiente de la festividad: desde el día en que hayáis traído el Omer para mecerlo, siete semanas completas, habrán de ser. Hasta el día siguiente de la séptima semana, habréis de contar cincuenta días y ofreceréis una ofrenda nueva ante Adonai.
            En ese mismo momento empiezan días de Avelut (duelo) hasta Lag BaOmer. ¿Es raro, no? En medio e inmediatamente luego de Jag HaPesaj empieza un período de duelo que, quizás, nos venga a recordar que “nuestros logros”, de los cuales nos sentimos profundamente orgullosos, no son nuestros a título personal, sino que son una construcción colectiva del Pueblo Judío, al cual cada generación le aporta su singular mirada, su impronta y sus vidas. De este modo, desde antaño, venimos agregando escalones, bajadas y subidas a las tradiciones judías.
            Como si fuera poco, en medio de este período, nos encontramos con un evento que cambiaría la vida judía de modo rotundo, felizmente rotundo, el levantamiento del Estado Judío Moderno, Medinat Israel, el principio del brote de nuestra liberación, en la Tierra de Nuestros Antepasados. Nadie puede negar que este hecho milagroso y esforzado de hombres y mujeres de nuestro Pueblo cambia nuestro día a día, nuestra mentalidad. Dos milenios de espera, paciente, dan resultados maravillosos en nuestra tierra.
            Pero, seguramente vale la pena preguntarse ¿Para qué son todos estos esfuerzos, esperas y caminos atravesados? ¿Para qué dejar el poderoso y cómodo Egipto y adentrarnos en un “incierto” desierto?
            ¿Qué propósito tiene tanto milenario esfuerzo, sacrificio y esperanza?
            Contamos día a día, más bien noche a noche, días enteros, días que nos ponen en condiciones de llegar a Shavuot.
            ¿Condiciones? Sí, condiciones acordes para recibir una vez más la Torá, la Ley, la Tradición, las ricas y abundantes tradiciones judías. Está claro que no me refiero únicamente con “tradiciones” a knishes, boios, falafel y demás maravillas de nuestra cocina tradicional. Uso el término “Tradiciones” en el sentido del legado milenario de Nuestro Pueblo: sus libros, escritos y costumbres: La Torá (el “Libro Secreto”, como nos gusta llamarlo en mi Beit Midrash), el Talmud, Rashi, RaMBaM, Bialik, Levinas…la lista es interminable.
            Afrontamos un camino que tiene principio y final, pero que a su vez se regenera y recomienza a cada momento. El camino del estudio y de la práctica, el camino de nuestra Tradición, de muchas preguntas, de algunas respuestas, de idas y vueltas, de momentos dulces y otros no tanto. En fin, los caminos de la Torá son así, como me gusta citar  del Pirkei Avot (6:4): כך היא דרכה של תורה פת במלח תאכל ומים במשורה תשתה ועל הארץ תישן וחיי צער תחיה ובתורה אתה עמל ואם אתה עושה כן אשריך וטוב לך אשריך בעולם הזה וטוב לך לעולם הבא Este es el camino de la Torá: aunque sólo te alimentes de pan y sal, bebas agua con medida, y duermas sobre el suelo, y vivas una vida de privaciones, estudia intensamente la Torá. Si así lo hicieres, serás feliz y gozarás del bien (Tehilim 128). Serás feliz en este mundo, y gozarás del bien en el mundo venidero”. Esta cita es extrema, nuestra Tradición no nos pide tanto, es más, quiere que nos vaya bien en este mundo, que gocemos de bienes y placeres materiales, pero con medida, sabiendo que a toda esa materia hay que llenarla de espíritu, llenarla de Torá.
            Después de atravesar el recorrido de las siete semanas del Omer ¿Estamos preparados para lo que nos pide nuestra Tradición?

            Por judaísmos significativos y trascendentes, llenos de alegría, tradición, familia. Judaísmos repletos de Torá.
חג שבועות שמח!!!!
מאיר שמש
            JAG SHAVUOT SAMEAJ!!!!
Meir Szames
Seminarista

Hillel solía decir:  קנה לו דברי תורה קנה לו חיי העולם הבא…El que adquiere el conocimiento de la Torá, se asegura la inmortalidad y la vida eterna” Pirkei Avot 2:8

25.3.13

SEÑALES – PESAJ 5773



pero me escapé hacia otra ciudad
y no sirvió de nada,
porque todo el tiempo estaba yo en un mismo lugar,
y bajo una misma piel y en la misma ceremonia
Yo te pido un favor, que no me dejes caer
en las tumbas de la gloria.” (de la canción “Tumbas de la gloria” de Fito Páez)

            El relato bíblico de Pesaj, lo encontramos en Sefer Shemot, el Libro del Éxodo, el cual comienza recordando el final de Bereshit/Génesis, en donde se relata que el faraón de Egipto invita al Patriarca Iaacov y a su familia a vivir en Egipto, a darle buenas tierras. Mitzraim nos ofrece lo mejor de sus placeres y riquezas, e Israel acepta entrar en esa tierra prometedora.
             Al pasar el tiempo, un faraón que no conoció a Iosef, o quizás si lo conoció pero decidió olvidarlo, entendió que los hebreos éramos un problema a resolver, y nos tornamos de ilustres visitantes y compañeros de la tierra, en esclavos. Una esclavitud dura, la cual duraría largos años, e implicaría toda clase de vejámenes y sufrimientos.
            Y así, sin darnos cuenta, como el ejemplo del sapito, entramos a Egipto, zona de estrechez y esclavitud (un sapo que es arrojado a una olla de agua hirviendo salta automáticamente y se escapa, en cambio, si entra a la olla estando el agua agradable, cuando el agua se vaya calentando y rompiendo en hervor, el sapito no tendrá chance ya de escapar).
            Todos conocemos el relato, Di-s nos libera de Mitzraim con mano fuerte y brazo extendido. No un ángel, ni un mensajero, sino Él mismo. Saliendo Israel mediante maravillas y señales, como no se vieron antes, de modo patente. Todo esto es leído en Nuestra Torá y en cada Seder de Pesaj, ceremonia que alegremente repetimos año a año.
            Como decía, uno entra sin darse cuenta y al salir lo hace con ruidoso estruendo, tal como el Pueblo de Israel, saliendo con mano triunfante y recibiendo la Torá en Sinaí.
            Nuestra Tradición empieza a dejar señales (Señal = ‘Remez’ en hebreo) por todos lados para que no vuelva a ocurrir. Que ninguno de nosotros tenga que servir nuevamente a nadie fuera de Di-s. Como un semáforo (‘Ramzor’ en hebreo) nos va marcando en que sentidos avanzar y a que caminos no volver.
            Traje una canción muy famosa que describe una situación muy particular: Como a veces intentamos que lo mismo de resultados distintos. Como queremos escaparnos de nosotros mismos. Sin chance de lograrlo, y cayendo siempre en los mismos ciclos negativos.
            A veces cuando no tenemos respuestas, preferimos quedar atrapados en la ropa de otro.
            Las propuestas de la Tradición Judía son muchas, pero todas ellas deben llevarte a poder ser vos mismo, dudando de lo que quieras y teniendo las certezas que quieras. Entendiendo que hay un camino previo, marcado por miguitas de Matza - y no de pan leudado/jametz – que puede llevarte a la libertad, pero hay que saber ver las señales, de modo tal que ésta, Nuestra Tradición, y vos mismo, no caigan en las “tumbas de la gloria”.

Por un uso responsable de la libertad…
LESHANA HABÁ BIRUSHALAIM
JAG PESAJ KASHER VESAMEAJ
Meir Szames

חג פסח כשר ושמח לכלם

31.1.13

JUDAÍSMO DE VITRINA



     Basta con mencionar la palabra “Torá” para que nuestro discurso cobre ante los ojos de gran parte de los judíos de nuestro país un tinte obsoleto y anticuado. La literatura clásica del pueblo judío –de entre cuyas obras la Torá y el Tanaj se alzan como estandartes— es considerada un mero compendio de visiones anquilosadas, de mitos y tradiciones enclaustrados en esquemas de pensamiento vetustos y no susceptibles de renovación alguna.

     Posiciones como ésta niegan el hecho de que todo el acervo cultural judío –compuesto por mucho más que meros ritos y dictámenes legales—, se erige precisamente sobre el corpus de la literatura clásica del pueblo hebreo, y que en ella han abrevado los genios creadores del judaísmo para embeber sus obras en la idiosincrasia particular y privativa del pueblo judío, a la cual gracias a sus trabajos han dado nuevas formas y tonalidades. Si el Talmud –con su nombre temerario— resultara a estos efectos un ejemplo ajeno para mucha gente, el Sídur u Orden de Oraciones, que se vale de numerosos extractos bíblicos para crear textos con nuevos significados, vindicar posturas teológicas o políticas, no puede escapar a los ojos ni del judío más lego como demostración de lo antes dicho.

     Ahora bien, cuando el estudio y la interpretación de las obras clásicas (así como los de aquellas que son creadas bajo el efecto de su legado), que resultan los pilares sobre los que se erigen las prácticas y la idiosincrasia judías, son relegados por completo y son considerados prerrogativa exclusiva de un grupo reducido de individuos, asistimos a un proceso de desintegración identitario. Entonces cabe preguntarnos hoy –habiéndose derrumbado las paredes del gueto y hallándose la mayor parte de la judería mundial ya no enclaustrada en comunidades autorreferidas y regidas tan sólo por la ley rabínica—, ¿cuál es elemento privativo que dota de cohesión a nuestra sociedad judía sino la huella y conclusiones que arrojan el estudio –o al menos el contacto— con nuestra propia literatura?, ¿cuál es el elemento catalizador que hace a nuestra propia identidad como judíos?

     Para responder esta pregunta quizás sea útil mencionar que uno de los elementos distintivos –sino el mayor de ellos— de la vida judía en la actualidad es la elección. En este sentido, acaso podamos parafrasear la frase bíblica y decir a este respecto: mi abuelo era un arameo errante, y bajó a Europa, donde no tuvo otra alternativa sino la de recluirse en la comunidad judía, cuya ley era la única que le granjeaba el status de individuo. Hoy, sin embargo, en la mayoría de los países donde habitamos los judíos, la ley del Estado nacional nos reconoce como ciudadanos con plenos derechos, y la compulsión externa ya no nos obliga a regirnos tan sólo por la ley judía o, mejor dicho, por la ley rabínica. Por el otro lado, los judíos también nos hemos librado del yugo de la autoridad rabínica y de la compulsión intracomunitaria, nos hemos abierto a un modo de vida cosmopolita y hemos accedido obras de pensamiento seculares, pero no por eso hemos negado el valor de nuestra tradición ni hemos renunciado a ser y vivir como judíos. En definitiva, hoy está al alcance de nuestras manos la posibilidad de elegir nuestra pertenencia o, por el contrario, nuestra desvinculación del pueblo judío. A diferencia de nuestros abuelos, se presenta ante nuestros ojos la temerosa pero real posibilidad de elegir.

      Con todo, a menudo olvidamos que sólo es posible la elección cuando media el conocimiento y la clara consciencia de aquello sobre lo que nuestra decisión recae. Entonces, cabe preguntarse, ¿acaso no es un pretensión utópica que nuestros hijos se identifiquen como judíos, cuando la cultura de nuestro pueblo les es totalmente negada o simplemente ignorada?

     Al respecto, el rabino Mórdejai Kaplan escribió hace ya casi un siglo: “Un judaísmo sin Torá puede aferrarse a la vida durante una generación o dos, pero su fin es inevitable. Por tanto, nuestro problema es qué hacer para reinstalar la Torá en la vida del judío”[1]. En otras palabras, Kaplan nos advierte que un judaísmo apático ante la literatura en que se funda su acervo cultural es un judaísmo agonizante, un judaísmo que desconoce e ignora deliberadamente la historia de su pueblo y las raíces de las que devienen sus tradiciones.

     Nosotros, por nuestra parte –y parafraseando a Wassili Kandinsky— hemos de añadir y llamar la atención acerca de que un judaísmo que sólo pretende imitar el de un período anterior es un judaísmo que ya de por sí nace muerto.  Es decir: el único modo de preservar nuestra identidad, nuestras tradiciones y prácticas como judíos hoy es ahondando en los libros que tratan acerca de su desarrollo histórico, de las razones que motivaron su institución, de las fuerzas que pugnaron para vindicarlas o para desestimarlas.  La única forma de subvenir la sensación de vacío que envuelve el pecho de cada joven judío cuando la huella de su identidad ausente arremete con el brío que le otorgan miles de años de gestación, de legislación, de desarrollo filosófico, teológico y literario, es volver a nuestros viejos libros olvidados, pero fundamentalmente leerlos con los cristales de nuestros propios anteojos.

     A esto se refería Kaplan al decir, con la simpleza que sólo los genios detentan, que “siembre debemos estar en la escuela “[2]. Quizás a esto se referían los tanaítas[3] al refrendar, hace ya unos dos milenos que “Aquel que estudia mientras pasea por los caminos y distrae su atención diciendo: cuán bellos es esté árbol o cuán bello es este paraje, es considerado por las Escrituras como si comprometiese su existencia¨[4]. Parafraseando una interpretación jasídica del rabino de Koztk acerca de esta mishná, es posible aventurar que estas palabras no se refieren sino a aquel que al interrumpir su estudio para alabar las bellezas de la naturaleza, demuestra que éste no está vinculado con su vida, sino relegado a una esfera apartada y escindida de la misma.

     Quizás sea el momento de desenterrar nuestros libros, antiguos y nuevos, quizás sea el momento de escuchar a Emmanuel Levinas[5], quien alguna vez dijera: “...no basta con hacer el balance de lo que ´nosotros los judíos´ somos y sentimos hoy en día. Correríamos el riesgo de tomar como esencia del judaísmo un judaísmo comprometido, alienado, olvidado, molesto o, incluso, muerto. (...) Hay otra vía, sembrada de escollos, pero que es la única verdadera: el retorno a las fuentes, a los antiguos libros olvidados…”. Una vez que lo hayamos hecho, podremos comprobar con nuestros propios ojos cómo el judaísmo es algo mucho más amplio que un sistema legal o un conjunto de ritos inveterados, podremos comprobar que el judaísmo –demasiado amplio como para aventurar una definición— no es ni blanco ni negro, ni algo que se experimenta algunas veces al año en un lugar exótico donde los judíos suelen reunirse para ocasiones especiales. En fin, quizás algún día podamos quitar al judaísmo de aquella vitrina empolvada en la que yace anhelante por liberarse y escurrirse en todos los aspectos de nuestras vidas, bajo las más variadas y diversas formas.

Jordán Raber


[1] M. Kaplan, A new approach to the problema of Judaism, The Society for the Advancement of Judaism, New York, 1924, p. 43.
El original en inglés reza: ¨A Torahless Judaism may hang on to life for a generation or two, but its end is inevitable. Hence, our problem is what to do to reinstate the Torah in the life of the Jew.”
[2] Ibídem, p. 63.
El original en inglés reza: “We must always be at school”.
[3] Se denomina de este modo a los estudiosos de la ley oral hebrea que vivieron entre el siglo I y III, y de cuyo seno surgieron las obras escritas que hoy conocemos como Mishná y Tosefta.
[4] Mishná Avot, 3:9, trad. Mórdejai Ederi.
El original en hebreo reza:
רבי יעקוב אומר, המהלך בדרך ושונה, ומפסיק משנתו ואומר מה נאה אילן זה, מה נאה ניר זה--מעלין עליו כאילו הוא מתחייב בנפשו.
[5] E. Levinas, Difícil Libertad,  Limud, 200?. 

1.1.13

PARASHAT SHEMOT 5773


PARASHAT SHEMOT

                Comienza un nuevo libro de la Torá, Sefer Shemot, donde ‘con los doce hijos de Iaacov-Israel concluye la historia de “individualidades”, es decir, de los Patriarcas, y se inicia la historia de un pueblo:  עם בני ישראל “Am Benei Israel” –nacido de una promesa-, que deberá marchar hacia su “Gueulá” –redención- y que, a través de él surgirá la גאולה “Gueulá” –redención- de toda la humanidad’ (Rab Mordejai Edery, Sefer Shemot, 1ª edición, D’s es mi estandarte, Buenos Aires, Adar 2º 5744, pág.14)
                Dice el texto bíblico: “7. Le dijo su hermana –de Moshé- a la hija de Paró: ¿Habré de ir a llamar para ti una mujer nodriza, de las hebreas para que te amamante al niño? 8. Le dijo la hija de Paró: Ve. Fue la moza y llamó a la madre del niño. 9. Le dijo a ella la hija de Paró: Lleva a este niño y amamántamelo y yo daré tu paga. Tomó la mujer al niño y lo amamantó.” (Shemot / Éxodo 2:7-9). Vemos de este modo lo primero que le ocurre a Moshé luego de ser salvado de las aguas del Nilo. Es “amamantado” por su madre. Este amamantamiento, si se me permite, puede ser comparado con la educación que le damos a nuestros hijos. De algún modo Moshé recibe en esos primeros tiempos, una identificación con su pueblo que no se disipará siquiera luego de ser criado como un príncipe en el palacio del faraón.
                Más adelante encontramos “2. … Vio él y he aquí que la zarza ardía en fuego, mas la zarza no se consumía. 3. Dijo Moshé: He de desviarme ahora y he de ver la visión grande, ésta ¿Por qué no abrasa la zarza?” (Shemot / Éxodo 2:2-3). ¿Qué tenía Moshé para que le llame la atención la zarza? ¿Acaso era el único ser humano que había pasado por ese “lugar”? Supongamos que no, y que había algo especial en él que hizo surgir la pregunta. Esa educación que había recibido en su más tierna edad, la cual le permitió identificarse con “esclavos” siendo un príncipe, revelándose ante lo que le parecía injusto, y que ahora lo conducía a salirse del camino “normal”, para acercarse a algo que no tenía lógica a priori. Esa misma educación que lo “revela” y que no permite que él o sus semejantes puedan ser esclavizados.
                Y ahí recordé un versículo de Proverbios que aprendí de mi Rab Damián Karo, חנך לנער על פי דרכו גם כי יזקין לא יסור ממנה: Janoj la-na’ar al pi darkó gam ki iazkin lo iasur mimena “Cría al niño en su camino (en que debe andar), y cuando fuere viejo, no se apartará de él.” (Mishle / Proverbios 22:6). Así pude entender que me quiso enseñar mi Rab, y me permite a su vez entender un poco más el relato sobre Moshé y Nuestro Pueblo.
                La educación en nuestros valores, tradiciones y fuentes judías es lo que nos va a permitir entender que camino tomar y no caer esclavos de la oscuridad. Obviamente a la par de entender las ciencias modernas. Nos implantan miedos, y se plantea que hay que quedarse siempre en el mismo lugar, estáticos. Termina pasando muchas veces que aquellos que quizás por no tener real noción de sus tradiciones, acaban desdeñándolas. Y eso si es un problema. Un miedo que paraliza. Ya que se perderán del rebaño de Nuestro Pueblo, o caerán en manos inescrupulosas.
                Como cité al comienzo al Rab Edery, buscamos la redención, la liberación. No nos vamos a salvar quedándonos quietitos en nuestros lugares, escondidos (“shhhhh!!! No hagamos ruido, que nadie se de cuenta que estamos acá”), nos vamos a salvar por mamar/estudiar lo nuestro. Es la única chance de que cuando veamos la “zarza ardiente” nos llame la atención, no nos tape la oscuridad, y podamos liberarnos y ser fuente de liberación.
¡Shabat Shalom uMevoraj!

Meir Szames