Esta semana nos espera una
parashá sumamente interesante e importante. Comienza el fin de la ‘Generación
del desierto’. El decreto de deambular por el desierto durante 40 años de modo
tal que la generación que entre a la Tierra Prometida sea una nueva
generación, una generación libre, que no haya conocido la esclavitud egipcia.
En el inicio de la parashá, Dios
ordena a Moshé que envíe doce hombres, exploradores-espías, a la tierra de
Canaan. Un enviado por cada tribu de Israel. Son designados en hebreo con el
nombre “Merraglim”. Debían traer un informe detallado de la tierra a ser
conquistada, así como de sus habitantes y ciudades.
Esta misión dura 40 días, donde
los exploradores recorren la tierra de Canaan,
Al regresar, en lugar de entregar
el informe a Moshé, juntan a toda la congregación de Israel, y 10 de ellos
entregan un informe desalentador, lleno de mentiras (los comentaristas explican que es probable que estos 10 espías no hayan
siquiera pisado la tierra a ser explorada), insistiendo en que sería
imposible para el Pueblo de Israel conquistar y tomar lo que Dios les había
prometido. La difamación que hicieron se resume en la frase “eretz ojelet ioshbea hí – tierra que se come
a sus habitantes es” (Bemidbar 13:32). La congregación lloró y pidió volver
a Egipto, ya que preferían ‘la esclavitud a morir en el desierto’.
Los únicos dos que dieron un
informe positivo y real fueron Ioshua Bin Nun, de la tribu de Efraim (asistente
de Moshé) y Caleb Ben Iefuné, de la tribu de Iehudá.
Es más, Caleb se para en frente
de todo el pueblo y dice su histórica frase, que seguiría siendo inspiradora
durante toda la historia de nuestro pueblo, en especial en el siglo pasado con
el surgimiento del movimiento sionista: “ALÓ NAALÉ” (…Ascender habremos de ascender y la vamos a poseer, pues poder, vamos a
poder con ella. Bemidbar 13:30).
Frente a una mayoría miedosa, la
figura de Caleb Ben Iefuné se levanta y magnifica. Ante el miedo y desencanto
generalizado, un solo hombre sale a poner la cara por un proyecto, por sus
hermanos, por la esperanza de un futuro mejor.
Este mensaje se ve reflejado en
cada generación, donde ante la desidia y el temor de algunos, siempre se
levantan hombres y mujeres dispuestos a hacer de este mundo un lugar mejor.
Como dice el Pirkei Avot (2:6) ‘bemakom
she-ein anashim, ishtadel liot ish’ “EN EL LUGAR DONDE NO HAY HOMBRES
INTENTA SER VOS HOMBRE”
Que podamos tener siempre una
mirada positiva de lo que viene, y que nos podamos ocupar nosotros mismos de
lograr el cometido de la continuidad y la tradición.
Meir Szames
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