18.9.19

PARASHAT KI TAVO 5779 - “Del reconocimiento y la humildad”


BS'D

Y será que cuando vengas a la tierra que Ado-nai tu Dios., te concede a ti, en heredad, y la poseas y te asientes en ella... Habrás de tomar de las primicias de todos los frutos de la tierra -que recogerás de tu tierra- la que Ado-nai tu Dios, te concede a ti, y lo habrás de poner en un cesto, y te encaminarás hacia el lugar que habrá de elegir Ado-nai tu Dios, para hacer morar Su Nombre, allí. Y te allegarás al cohen -el que haya de estar en aquellos días- y le habrás de decir: ‘He manifestado hoy ante Ado-nai tu Dios, que he venido a la tierra que había prometido Ado-nai -a nuestros patriarcas- conceder a nosotros”. Tomará el cohen el cesto de tu mano, y lo habrá de colocar ante el altar de Ado-nai, tu Dios. Declararás y dirás, ante Ado-nai tu Dios: “Arameo, extraviado era mi patriarca, descendió a Egipto, y peregrinó allí con gente poca; empero fue allí un pueblo grande, poderoso y numeroso. Empero nos maltrataron los egipcios, y nos oprimieron y nos impusieron trabajo duro. Pero clamamos a Ado-nai, Dios de nuestros padres; y escuchó Ado-nai nuestra voz, y vio nuestra opresión y nuestro agobio y nuestro aprieto. Y nos sacó Ado-nai de Egipto, con Poder Fuerte y con Brazo Tendido y con Manifestación Magna y con Signos y con Portentos. Nos trajo a este lugar y nos concedió la tierra esta: tierra que fluye leche y miel. Y ahora, he aquí que he traído la primicia del fruto de la tierra que me has dado a mí, Ado-nai”. Lo colocarás ante Ado-nai tu Dios, y te prosternarás ante Ado-nai tu Dios. Te habrás de regocijar con todo lo bueno que te ha dado a ti Ado-nai tu Dios, a tu familia; tú y el Leví y el forastero que está en medio de tí. (Debarim – Deuteronomio 26:1-11).

Esta parashá está encabezada por la mitzvá de los Bikurim, las primicias. La misma consistía en tomar los primeros frutos de la tierra, y llevarlos en ofrenda de Primicias al Beit HaMikdash, Santuario de Jerusalén. Así lo ordena la Torá en Shemot-Exodo 23:19 “Los primeros frutos de las primicias de tu tierra habrás de traer al Santuario de Ado-nai, tu Dios”.
Los Bikurim podían ser llevados del modo que quisieran hasta Jerusalén, pero una vez llegado al Monte del Templo, la persona tenía que tomar el canasto o cesta de Bikurim y ponérselo al hombro. Una vez que lo tenía en su hombro decía ‘He manifestado hoy ante Ado-nai tu Dios, que he venido a la tierra que había prometido Ado-nai -a nuestros patriarcas- conceder a nosotros”, luego se lo entregaba al cohen (sacerdote) para que ofrezca estos Bikurim, y luego pronunciaba la frase de aramí obed abí “Arameo, extraviado era mi patriarca…” (Versículos 5 a 10).
Toda una muestra de cómo la Torá nos llama a la reflexión y a la humildad: Llegando a la tierra de tus sueños, a la Tierra Prometida, no te olvides de cómo llegaste hasta allí. Ponerse el canasto al hombro, hacer una declaración pública. Todo el ritual tiene un fuerte significado.
Una pregunta que se plantea en nuestros tiempos, es si hay que ofrecer Bikurim. La respuesta es negativa, por no tener ni Templo ni Altar (ver Mishne Torá Bikurim 2:2, entre otras fuentes).
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Otro tipo de respuesta también puede ser dada. Menos dirigida a lo estrictamente legal, la encontramos en el tratado talmúdico de Ketuvot 105b[1]: “Todo el que trae un regalo a un talmid jajam (sabio) es como si ofreciera una ofrenda de Bikurim (primicias)”.
Se cuenta[2] que el rabino Tzadok HaCohen de Lublín era muy cuidadoso de lo que sacaba provecho de los bienes ajenos, y no recibía “pidionim”, regalos de sus jasidim (seguidores). El único tipo de “pidión” que recibía era el “pidión haben” (consistía en cinco monedas de plata que eran entregadas a un sacerdote por el padre de un hijo primogénito al mes de nacido, ver Exodo 13:13[3]), ya que la Torá lo había privilegiado con ese dinero por ser cohen (sacerdote). Y el dinero recibido en concepto de pidion haben solamente lo utilizaba para comprarse libros, y no utilizaba ese dinero para otras necesidades. Lo que necesitaba para vivir lo conseguía de lo que vendía su negocio familiar a cargo de su señora (era un negocio de venta de ropa usada). Cuando falleció su esposa, sus jasidim tuvieron la intención de mantenerlo de forma suntuosa, pero él se negó y rechazó esta idea. Entonces fue que uno de sus seguidores se ofreció como voluntario para atender el negocio familiar, en lugar de su difunta esposa, y esto sí fue aceptado por el rabino, con la condición de que le entregue sólo lo que necesitaba para cubrir sus necesidades básicas, las cuales de por sí eran muy pocas: una comida por día, al anochecer, y esta cena consistía en té y una panecillo o un poco de estofado de sémola.
Sucedió otra vez, que un jasid quiso obsequiarle una botella de aceite de oliva y una lata de pescado muy cara. Cómo sabía que no se lo iba a aceptar, tuvo una idea y le dijo: ‘He aquí que traigo mis Bikurim, como dijeron Nuestros Sabios de bendita memoria: “Todo el que trae un regalo a un sabio es como si ofreciera una ofrenda de Bikurim”’. Y como el rabino conocía la cita del Talmud recibió inmediatamente el regalo por su gran respeto por las palabras de los sabios talmúdicos. Y ese mismo Shabat, durante la cena compartida con su familia y alumnos empezó a tratar sobre este asunto y dijo: “Todo el que trae un regalo a un sabio es como si ofreciera una ofrenda de Bikurim”…Y ¿acaso soy yo un sabio? Decir que no he estudiado no me es posible, porque he estudiado, pero ¿Qué tiene si estudié? ¿Qué me corresponde si estudié? Acaso no dicen también Nuestros Sabios de bendita memoria respecto al versículo bíblico de Mishlei-Proverbios 17:16 “¿De qué sirve la riqueza en manos del necio? ¿Para adquirir sabiduría, siendo un insensato?”, se refiere a aquél que estudia Torá y no la cumple (Tratado Ioma 72b). Cuando concluyó la cena, vino uno de sus allegados y le dijo: ¡Todos quedamos conmovidos por lo que ha dicho nuestro maestro! Le respondió el rabino: ¿Y acaso puedo ser yo un mentiroso? Si es que he recibido de manos de aquél hombre el regalo, significaría que soy un talmid jajam, y yo no creo serlo, por eso me he visto obligado a decir la verdad delante de todos ustedes.

Su humildad respecto a las palabras de la Tradición es la que lo hace tomar el presente ofrecido, para no oponerse al dictamen talmúdico, y a su vez, esa misma humildad es la que le hace reconocer que a pesar de haber estudiado, no estaría dentro de la categoría de un talmid jajam, y reconocerlo lo hace sentir obligado a decir la verdad y manifestarla públicamente.
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La forma en que está enunciado el proceso de la ofrenda de Bikurim nos trae un mensaje potente para nuestros días: La tierra no nos pertenece, no de modo exclusivo, y no de modo eterno. No la recibimos sino a través de un devenir histórico que se remonta a nuestros padres, a nuestros próceres, a nuestros antepasados. Tener la obligación de esperar a que nazcan los primeros brotes de nuestras cosechas nos sensibiliza con la naturaleza. La forma de acercarse y reconocer que fuimos errantes, que fuimos esclavos y hoy tenemos la posibilidad de disfrutar de cierta abundancia, nos tiene que predisponer a tener una sensibilidad hacia los que no tienen, a los que hoy no cuentan con la misma fortuna que nosotros.
“De Ado-nai es la tierra y todo lo que ella contiene” (Salmos 24:1), “la tierra la entregó a los seres humanos” (Salmos 115:16). Lo que hoy tenemos materialmente es meramente circunstancial. Esta lectura de Ki Tavó llega siempre en medio del Jeshvón HaNefesh, balance del alma que realiza el pueblo judío en los días previos a la llegada de un nuevo año en Rosh HaShaná, quizás sea un momento adecuado de reconocer lo que tenemos, a los que tenemos a nuestro alrededor, reconocer nuestras debilidades y fortalezas. Comenzar un año nuevo más humildes, más conscientes.
Un año más dulce y mejor para todos.

¡Shabat Shalom uMevoraj!

Rabino Meir Szames





[1] כל המביא דורון לתלמיד חכם כאילו מקריב בכורים
[2] Libro “Cuentos Jasídicos” del Rab Shlomo Yosef Zevin, tomo 2 págs. 309-310
[3] “…todo primogénito de persona, en tus hijos, redimirás.”

17.4.19

Pesaj 5779- Jag Haaviv/La Fiesta de la Primavera

BS’D
Cada jag (festividad) de nuestra tradición tiene varios nombres, Pésaj no es la excepción: Jag Hapésaj, Jag Hamatzot (la Festividad de los Panes Ázimos), Jag Hajerut (la Festividad de la Libertad), Jag Haaviv ( la Festividad de la Primavera).
Me quiero centrar en el último de estos nombres, Jag Haaviv, la Festividad de la Primavera. Sí, primavera. ¿Estás en Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Perú, Bolivia, gran parte del Brasil? Nosotros que vivimos debajo de la línea del Ecuador transitamos en estos días el otoño, vemos los arboles llenarse de hojas amarillas, puede que nos toque un día cálido y de “falsa primavera”, pero al otro día una llovizna que obliga a sacar camperas y paraguas. Primavera, será desde el Ecuador hacia arriba. Esto incluye, obviamente, a la Tierra de Israel y sus alrededores.
Justamente aquél que pasa este jag por aquellas latitudes puede cantar gustosamente “Simjá rabá, aviv higuía, Pésaj ba” (¡Gran alegría, la primavera viene, Pésaj llegó!).
Intento imaginar por qué les enseñamos en estas latitudes a los niños acerca de este nombre de la fiesta. ¿Quizás para darles un dato geográfico? ¿Para fomentar el sionismo y un amor temprano por la Tierra y el Estado de Israel? Podría ser, aunque se me ocurren otros motivos.
Uno de ellos, es el dato de que en primavera se ven los árboles reverdecer, los frutos tan esperados aparecen, y todo lo que regamos en las raíces de árboles desgarbados, maravillosamente empieza a tener sentido. Algo parecido a esa idea nos traen los intérpretes de la Torá.
Está escrito en la Torá: “…La Festividad del Pan Ázimo guardarás, siete día comerás pan ázimo, como te he ordenado, en la temporada del mes de la primavera, porque en él saliste de Mitzraim…” (Shemot 23:15).
Explica Rashi (y otros comentaristas en el mismo sentido) en este versículo: “<<… mes de la primavera>>: El nombre ‘aviv’ (heb.: אביב), “primavera”, está relacionado con la palabra ‘av’ (heb.: אב), “padre”, ya que este mes es el “primogénito” y el primero del año en el cual los frutos maduran”. Rashi explica en varias oportunidades que la etimología de la palabra “aviv” deriva de la raíz “av”, que etimológicamente significa brotar o surgir. A su vez, entiende que posiblemente ésta esté relacionada con la misma raíz que la palabra “av”, que significa padre (basado en el comentario de Aryeh Coffman en La Torá con Rashi, Exódo, página 398).
¿A qué le dedicamos tiempo y esfuerzo durante todo el año, todos los años, esperando que brote y surja en todo su esplendor en el momento de madurez?
Hijos, alumnos, familia, amigos. Son relaciones y ocupaciones a las que le intentamos guardar y dedicar un tiempo precioso, y esperamos que den sus frutos.
Este fin de semana, en todos los lugares fuera de Israel, tendremos la doble oportunidad de poner vino, matzá y maror sobre nuestras mesas; Hagadá en mano disfrutaremos de la ocasión milenaria del Séder de Pésaj. Lo simple y práctico también nos ayuda a regar a la familia, a la identidad judía. Y mientras reguemos esa semilla, en este Pésaj o en algún Pésaj en otro momento, dará sus frutos.
בניסן נגאלו ובניסן עתידין להיגאל – “En nisán fuimos redimidos, y en nisán volveremos a ser liberados” (Talmud de Babilonia, Tratado de Rosh Hashaná, 11a).
Shabat shalom – Pésaj kasher vesameaj,
Rabino Meir Szames

6.2.19

Parashat Terumá - Lo realmente sagrado


BS’D

(Dedicado a mis morim, que me formaron y me forman, y a mis talmidim, que día a día me enseñan y me ayudan a seguir aprendiendo).

“Ve-asú li mikdash ve-shajantí be-tojam”
Harán ellos, en Mi Nombre, un santuario y Yo residiré entre ellos (Shemot-Éxodo 25:8).

La parashá de esta semana comienza con una orden, la mitzvá de construir un Beit HaMikdash[u1] . Aunque no vamos a hacer un estudio exhaustivo del tema, voy a citar algunas opiniones al respecto.

Este mandamiento positivo consiste en construir una casa dedicada a Adonai. Y aunque pareciera  por el lenguaje del versículo, que el mismo se refiere sólo al Mishkán (es decir, al Tabernáculo, o en otras palabras al templo móvil utilizado en el desierto), sostienen los sabios de distintas épocas, que se trata de una mitzvá dirigida a todas las generaciones (véase Rashi, Rambam, entre otros, al respecto).

 Las visiones del Rambam y de Rambán al respecto se debaten el modo en que este precepto debe ser llevado a cabo: ¿Acaso el mismo implica construcción de un templo que debiera tener todo lo necesario para realizar allí ofrendas y sacrificios, o  solamente bastaría con una casa para que en ella resida la shejiná, la presencia divina.

Es atrapante el debate sobre la construcción misma, es decir, sobre quién debería construir el Beit Hamikdash, el tercero.

Ese tercer Beit Hamikdash sería construido cuando llegue el Mashiaj. Según algunas opiniones, lo construirán las personas (Rambam, Hiljot Melajim 11:1), mientras que según otra opinión el mismo llegará ya construido desde el cielo (véase Rashi en el Talmud de Babilonia, Tratado de Rosh Hashaná 30a, entre otras opiniones).

El Rambam dice que la construcción recae sobre el tzibur, es decir, sobre la congregación, y no sobre las personas en tanto individuos. Pero una vez que se decida construirlo, todos debemos construirlo y aportar para su construcción, tanto varones como mujeres (Hiljot Beit Habejirá 1:12, entre otros). Todos deberíamos ser presurosos  en cuanto a la construcción del Templo, con una hermosa excepción: quienes están estudiando. Dice el Talmud: אין מבטלין תינוקות של בית רבן אפילו לבנין בית המקדש. No se debe suspender las clases de Torá de los niños ni siquiera para construir el Beit Hamikdash (Talmud de Babilonia, Tratado de Shabat, 119b; véase también Mishné Torá, Hiljot Talmud Torá 2:2, Shulján Aruj, Ioré Deá 245:13).

Recapitulando: el Beit Hamikdash aparece para muchos como el lugar más importante dentro de la tradición judía. Allí residió, reside y residirá la presencia divina, la  shejiná.
Vemos que hay gente que se entrena para el momento de la construcción porque considera que es inminente que ocurra. Otros lo miran con escepticismo. Otros ni siquiera piensan en eso.

Sin necesidad de afiliarnos en este momento a ninguna postura, es importante notar qué es lo realmente importante:  al llegar el Mashiaj, y dar la orden de construir el Tercer Templo, todos estaríamos obligados a construirlo, pero sobre todo, aunque eso pase o no, no podemos dejar de pensar y de ocuparnos de la educación de los niños y niñas, de los jóvenes en general.

Dedicarnos a construir futuro, acompañar a los más chicos, a nuevas generaciones de estudiantes, líderes y maestros para Am Israel, va a ser siempre la prioridad número uno.

Es un objetivo que parece simple, pero quienes se dedican a la educación saben de lo complejo e importante que resulta lograr una buena educación.

No deja de sorprender que hasta lo que pareciera lo más santo de todo, se vea superado por la sacralidad del estudio. Creo que esto se debe a lo liberador del estudio, como dice el Pirkei Avot: “Las tablas eran obra de Dios, asimismo como la escritura grabada ( “jarut”) sobre ellas (Shemot 32:16). Léase “jerut” (libertad) en lugar de Jarut (grabado), ya que sólo se considera libre aquel que estudia la Torá, pues el estudio lo eleva” (Pirkei Avot 6:2). El estudio sincero y bien direccionado, nos libera de lo no deseado,  nos  permite elegir libremente lo que queremos.

La educación que vamos a dar va a ser una herramienta liberadora, de acercamiento a lo trascendente, a lo sagrado.

Sirvan estas líneas de homenaje a quienes dedican su día a día y brindan sus vidas a la educación, ya que no es seguro que sean recompensados materialmente, pero sí tendrán la recompensa del reconocimiento de sus alumnos.

¡Shabat shalom umevoraj!

Rabino Meir Szames