17.11.16

UN MIDRASH POR SEMANA - Parashat Vaierá

                                                                                                                                      בס'ד

Va-ikaj be-iadó et ha-esh ve-et hamaajelet…
            “…tomó en su mano el fuego y el cuchillo y se encaminaron ambos, juntos” (Bereshit 22:6).
            Dijo Rabí Janina: ¿Por qué es llamado este cuchillo “maajelet”? Por cuanto que vuelve aptos para ser consumidos a los alimentos “maajalim”. Y nuestros Sabios dicen: Todas las “comidas” que el pueblo de Israel recibe y come en este mundo terrenal, las recibe por mérito de aquella maajelet (el cuchillo de Akedat Itzjak).
            Sobre el final del versículo se explica sobre Abraham e Itzjak que dice “y se encaminaron ambos, juntos”, este para atar y este para ser atado, este para sacrificar y este para ser sacrificado (Midrash Bereshit Rabá 56:3).

            Estamos hablando de Akedat Iztjak, el casi sacrificio de un hijo a manos de su padre. Es complejo, y altamente conocido el relato (ver Bereshit – Génesis capítulo 22). El final es un final relativamente feliz, ya que Abraham no sacrifica a su hijo, más allá de que, claramente, es de los relatos bíblicos que ‘más tela dan para cortar’.
            Ahora, yendo al midrash en sí, nos marca dos cosas: Primero, que la Torá no llama a este cuchillo con cualquier nombre (cuchillo en hebreo se dice “sakín” habitualmente); el cuchillo con el que iba a ser sacrificado Itzjak se llama “maajelet”, porque por el mérito de la fe de Abraham, dispuesto a sacrificar a su hijo, y de Itzjak, dispuesto a ser sacrificado, es que nosotros merecemos el favor de Dios. Esto último – que ambos estaban dispuestos al sacrificio, y que esto es considerado meritorio – es de lo más difícil del relato, pero forma parte de nuestra Tradición, y se ve reflejada en la forma en que hacemos Tefilá, ya que al rezar los judíos comenzamos diciendo “Bendito Eres Tú, Ado-nai, Dios Nuestro y de Nuestros Padres, Dios de Abraham, Dios de Itzjak y Dios de Iaacov” y según varias opiniones de nuestros sabios, Akedat Itzjak, la “atadura/no sacrificio de Itzjak” marca la última de las diez pruebas a las que fue sometido Abraham Avinu por parte de Dios para demostrar su fe y que realmente estaba preparado para ser el padre de nuestro pueblo.

            Por último, me gustaría enfocar el asunto desde otro lugar: Abraham e Itzjak, padre e hijo, son llamados a pasar la situación más fuerte de sus vidas en este pasaje de la Torá. Y deciden hacerlo juntos, se encaminan y se enfrentan a lo que a muchos les parece un destino implacable y sin chances de salir de esta situación.
            Muchas veces nos enfrentamos a situaciones que van más allá de lo que podemos imaginar y, a veces, aguantar. Creo que en esos momentos, está bueno ver quien está a nuestro lado, para poder vivir y pasar esos momentos de la mejor manera posible.
            Nada está definitivamente escrito ni sellado, sólo depende de la actitud que tengamos y de la buena compañía que elijamos.

SHABAT SHALOM UMEVORAJ


Rab Meir Szames

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