בס'ד
Vaikrá li-bnó,
le-Iosef...
“Y
llamó a su hijo, a Iosef…”
Dice
el versículo completo: “Se acercaron los días de Israel (Iaacov) para morir
y llamó a su hijo — a Iosef— y le dijo: Si ahora he hallado gracia en tus ojos,
pon ahora tu mano bajo mi muslo y habrás de hacer para conmigo bondad y verdad:
No me sepultes, por favor, en Egipto.” (Bereshit-Génesis 47:29).
¿Por
qué no llamó a Reuben? ¿O a Iehuda? Ya que Reuben era su primogénito, y Iehuda
era el rey (explicación a continuación). Y así y todo, los dejó de lado y llamó
a Iosef ¿Por qué nuestro patriarca Iaacov hizo esto? Porque Iosef era el que
tenía el poder suficiente en sus manos para hacerlo. Por esto “Y llamó a su
hijo, a Iosef...”, porque era el que mandaba.
“No
me sepultes, por favor, en Egipto” Por ti he bajado a Mitzraim (Egipto),
por ti dije “Puedo morir esta vez después de ver tu rostro, pues tú vives
aún” (Bereshit 46:30).
“…habrás
de hacer para conmigo bondad y verdad (jesed ve-emet)” ¿Y es que acaso
existe un jesed shel sheker (bondad de mentira) que Iaacov tiene que decirle
‘jesed ve-emet’? ¿Por qué se expresa así? Esto se explica con el siguiente
ejemplo: Cuando un allegado fallece, se tiene la mitzvá de acercarse a los
deudos, a ayudar en lo que se necesita y, sobre todo, a portar el cajón. Pero
cuando fallece un familiar, se le dice a los familiares directos que no porten
el cajón. Por esto Iaacov le dice a Iosef: Si hicieras conmigo jesed después de
mi muerte, sería un jesed shel emet (Midrash Bereshit Rabá 96:5).
EXPLICACION
Los
relatos familiares de Iaacov/Israel y sus hijos se cierran esta semana, junto
con el primer libro de la Torá, Sefer Bereshit.
Y
se verá como Iaacov se despide de sus hijos y nietos, arregla algunos detalles
para cuando ya no esté físicamente, y luego bendice a su descedencia.
Dentro
de los ‘detalles’ que intenta solucionar, está el tema sensible (luego de
varios milenios sigue siendo un tema que sensibiliza, pero lo dejo para otra
ocasión…) de su sepultura.
El
pedido específico es a su hijo Iosef, de que lo entierre en la tierra de
Israel, junto con sus padres.
Así
el midrash se empieza a hacer algunas preguntas.
La
primera, por qué se lo pide a Iosef, siendo que podía habérselo ordenado/pedido
a su primogénito Reuben, o a Iehuda, que llevaba la voz cantante entre los
hermanos (y el midrash hace referencia a que en las generaciones futuras de
Iehuda vendrían los reyes). El midrash parece responder: Una vez más, Iaacov
Avinu, en su comportamiento práctico y natural pragmatismo, entiende que Iosef,
visir, mano derecha del faraón, es quien va a tener la posibilidad material de
hacerlo. Lo que él ordene, será cumplido.
La
segunda pregunta hace referencia a un término llamativo en el texto de la Torá:
“…habrás de hacer para conmigo bondad y verdad (jesed ve-emet)” ¿Qué es
lo que entiende Iaacov que tiene que decir que se haga con él un ‘jesed
ve-emet’?
¿Hay
acaso una falsa bondad? Lo que el midrash nos trae es un concepto que se repite
en varias oportunidades en la Torá, y en toda la literatura rabínica, que es el
‘jesed shel emet’, la verdadera bondad, que es aquella que se hace hacia
alguien que ya no puede devolverle el favor. El caso más clásico es darle
sepultura a un fallecido, ya que él no podrá devolverle la bondad. Esta mitzvá,
levaiat ha-met, acompañar al fallecido y a sus deudos, está clasificada como
una de las mitzvot que tiene una recompensa eterna.
En
nuestro caso en particular, Iaacov pide a su amado hijo que haga un jesed shel
emet con él, que no lo sepulte en Egipto, sino que haga todo lo posible por
llevarlo a la tierra de sus ancestros, y lo entierre en Kiriat HaMajpelá (hay
midrashim que explican el pedido, entendiendo que Iaacov no llevó a su esposa
Rajel –madre de Iosef- a este lugar porque el dolor de la pérdida de su mujer
amada se lo había hecho imposible). Por eso se acentúa en este caso que sería
un jesed pedido por Iaacov a su hijo, ya que su padre no lo hizo por su amada
esposa.
Iosef
no sólo tendrá la posibilidad de hacer esto desde lo físico y político, sino
que tendrá que tener la fuerza de hacer lo que su padre no pudo. Superar todo y
ser fuerte para seguir con la vida, cumpliendo su promesa que realiza en esta
parashá.
El
mundo del estudio de la Torá y las mitzvot es complejo. Hay una cantidad
ilimitada de fuentes y textos dentro de nuestra Tradición. Cuesta avanzar,
cuesta entender los fundamentos y los por qué de tantas reglas y halajot que
parecen no tener fin y que no alcanza esta vida para terminar de conocer y
aplicar a nuestro día a día.
Terminamos
de estudiar un midrash cada semana de este primero de los cinco libros de la
Torá. Cuando se termina de leer cada uno de estos libros en la sinagoga, se
grita al unísono “¡Jazak jazak ve-nitzjazek”, algo así como ‘¡fuerza!¡Seamos
fuertes y fortalezcámonos!’, para seguir teniendo la fuerza y la constancia de
terminar un libro de la Torá e inmediatamente la semana siguiente retomar el
estudio de un nuevo libro.
Que
así también sea en nuestras vidas, que siempre tengamos la fuerza para seguir
creciendo y seguir disfrutando cada día.
Como
saluda mi Rab en estos shabatot, que son llamados ‘Shabat Jazak’,
SHABAT JAZAK SHALOM
Rab Meir Szames
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