12.1.17

UN MIDRASH POR SEMANA - Parashat Vaiejí

                                                                                                                             בס'ד
 Vaikrá li-bnó, le-Iosef...
            “Y llamó a su hijo, a Iosef…”
            Dice el versículo completo: “Se acercaron los días de Israel (Iaacov) para morir y llamó a su hijo — a Iosef— y le dijo: Si ahora he hallado gracia en tus ojos, pon ahora tu mano bajo mi muslo y habrás de hacer para conmigo bondad y verdad: No me sepultes, por favor, en Egipto.” (Bereshit-Génesis 47:29).
            ¿Por qué no llamó a Reuben? ¿O a Iehuda? Ya que Reuben era su primogénito, y Iehuda era el rey (explicación a continuación). Y así y todo, los dejó de lado y llamó a Iosef ¿Por qué nuestro patriarca Iaacov hizo esto? Porque Iosef era el que tenía el poder suficiente en sus manos para hacerlo. Por esto “Y llamó a su hijo, a Iosef...”, porque era el que mandaba.
            “No me sepultes, por favor, en Egipto” Por ti he bajado a Mitzraim (Egipto), por ti dije “Puedo morir esta vez después de ver tu rostro, pues tú vives aún” (Bereshit 46:30).
            “…habrás de hacer para conmigo bondad y verdad (jesed ve-emet)” ¿Y es que acaso existe un jesed shel sheker (bondad de mentira) que Iaacov tiene que decirle ‘jesed ve-emet’? ¿Por qué se expresa así? Esto se explica con el siguiente ejemplo: Cuando un allegado fallece, se tiene la mitzvá de acercarse a los deudos, a ayudar en lo que se necesita y, sobre todo, a portar el cajón. Pero cuando fallece un familiar, se le dice a los familiares directos que no porten el cajón. Por esto Iaacov le dice a Iosef: Si hicieras conmigo jesed después de mi muerte, sería un jesed shel emet (Midrash Bereshit Rabá 96:5).

EXPLICACION
            Los relatos familiares de Iaacov/Israel y sus hijos se cierran esta semana, junto con el primer libro de la Torá, Sefer Bereshit.
            Y se verá como Iaacov se despide de sus hijos y nietos, arregla algunos detalles para cuando ya no esté físicamente, y luego bendice a su descedencia.
            Dentro de los ‘detalles’ que intenta solucionar, está el tema sensible (luego de varios milenios sigue siendo un tema que sensibiliza, pero lo dejo para otra ocasión…) de su sepultura.
            El pedido específico es a su hijo Iosef, de que lo entierre en la tierra de Israel, junto con sus padres.
            Así el midrash se empieza a hacer algunas preguntas.
            La primera, por qué se lo pide a Iosef, siendo que podía habérselo ordenado/pedido a su primogénito Reuben, o a Iehuda, que llevaba la voz cantante entre los hermanos (y el midrash hace referencia a que en las generaciones futuras de Iehuda vendrían los reyes). El midrash parece responder: Una vez más, Iaacov Avinu, en su comportamiento práctico y natural pragmatismo, entiende que Iosef, visir, mano derecha del faraón, es quien va a tener la posibilidad material de hacerlo. Lo que él ordene, será cumplido.
            La segunda pregunta hace referencia a un término llamativo en el texto de la Torá: “…habrás de hacer para conmigo bondad y verdad (jesed ve-emet)” ¿Qué es lo que entiende Iaacov que tiene que decir que se haga con él un ‘jesed ve-emet’?
            ¿Hay acaso una falsa bondad? Lo que el midrash nos trae es un concepto que se repite en varias oportunidades en la Torá, y en toda la literatura rabínica, que es el ‘jesed shel emet’, la verdadera bondad, que es aquella que se hace hacia alguien que ya no puede devolverle el favor. El caso más clásico es darle sepultura a un fallecido, ya que él no podrá devolverle la bondad. Esta mitzvá, levaiat ha-met, acompañar al fallecido y a sus deudos, está clasificada como una de las mitzvot que tiene una recompensa eterna.
            En nuestro caso en particular, Iaacov pide a su amado hijo que haga un jesed shel emet con él, que no lo sepulte en Egipto, sino que haga todo lo posible por llevarlo a la tierra de sus ancestros, y lo entierre en Kiriat HaMajpelá (hay midrashim que explican el pedido, entendiendo que Iaacov no llevó a su esposa Rajel –madre de Iosef- a este lugar porque el dolor de la pérdida de su mujer amada se lo había hecho imposible). Por eso se acentúa en este caso que sería un jesed pedido por Iaacov a su hijo, ya que su padre no lo hizo por su amada esposa.

            Iosef no sólo tendrá la posibilidad de hacer esto desde lo físico y político, sino que tendrá que tener la fuerza de hacer lo que su padre no pudo. Superar todo y ser fuerte para seguir con la vida, cumpliendo su promesa que realiza en esta parashá.

            El mundo del estudio de la Torá y las mitzvot es complejo. Hay una cantidad ilimitada de fuentes y textos dentro de nuestra Tradición. Cuesta avanzar, cuesta entender los fundamentos y los por qué de tantas reglas y halajot que parecen no tener fin y que no alcanza esta vida para terminar de conocer y aplicar a nuestro día a día.
            Terminamos de estudiar un midrash cada semana de este primero de los cinco libros de la Torá. Cuando se termina de leer cada uno de estos libros en la sinagoga, se grita al unísono “¡Jazak jazak ve-nitzjazek”, algo así como ‘¡fuerza!¡Seamos fuertes y fortalezcámonos!’, para seguir teniendo la fuerza y la constancia de terminar un libro de la Torá e inmediatamente la semana siguiente retomar el estudio de un nuevo libro.
            Que así también sea en nuestras vidas, que siempre tengamos la fuerza para seguir creciendo y seguir disfrutando cada día.
            Como saluda mi Rab en estos shabatot, que son llamados ‘Shabat Jazak’,
SHABAT JAZAK SHALOM

Rab Meir Szames

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