15.12.16

UN MIDRASH POR SEMANA - Parashat Vaishlaj

                                                                                                                                  בס'ד

Va-iaratz Esav likrato... va-ishakehu
            “Corrió Esav a su encuentro y le abrazó, se echó sobre su cuello y lo besó y ellos lloraron” (Bereshit – Génesis 33:4).

            ‘Y lo besó’ está puntuado arriba.
            Dijo Rabí Shimon Ben Eleazar: cuando hay más letras que puntos sobre ellas, hay que interpretar las letras; si hay más puntos que letras, hay que interpretar los puntos. En nuestro caso, hay igual cantidad de letras y puntos sobre ellas. ¿Qué se entiende de esto? Que Esav se llenó de compasión por Iaacov en ese momento, y lo besó de puro corazón.
            Le contestó Rabí Ianai: si es así como vos decís ¿Por qué tiene la marca de los puntos encima de la palabra 'lo besó'? Viene a enseñarte que no quería besarlo, sino morderlo, y que el cuello de Iaacov Avinu se convirtió en mármol, y se le rompieron los dientes a aquel malvado de Esav.
¿Y por qué viene la Torá y dice que ambos "lloraron"? Para entender que uno lloraba por sus dientes y el otro por su cuello.
            Dijo Rabí Abahu en nombre de Rabí Iojanan que esto se aprende un versículo de Shir HaShirim (Cantar de los Cantares) 7:5: "tu cuello es como una torre de marfil" (Midrash Bereshit Rabá 78:9).

            Este es un famoso midrash, que se ocupa de uno de los momentos más tensos de la Torá: El reencuentro de dos hermanos distanciados por 20 años, llenos de fantasías y miedos.
            Sobre este encuentro la Torá nos relata que "se encontraron" y en el momento culmine del abrazo, Esav "besa" a Iaacov. La palabra que describe ese momento en la Torá es ‘vaishakehu’, y, en el texto de la Torá, se encuentra puntuada por encima de sus letras (hay que tener en cuenta que el texto de la Torá no lleva puntos, y que algunas veces aparecen casos como este, que llaman la atención de los intérpretes de nuestra tradición de distintas épocas).
            Las opiniones se van a dividir en dos, y nosotros, seguramente, podemos identificarnos con una u otra opinión.
            Se puede creer y entender, cómo Rabí Shimon Ben Eleazar, que luego de las diferencias que siempre hubo entre Iaacov y Esav, al momento del reencuentro Esav dejó de lado su enojo y rencor para con su hermano.
            O se puede estar del lado de Rabí Ianai, que no cree que el malvado Esav pueda cambiar de parecer, y la llamativa forma en que está escrita la palabra ‘vaishakehu’ viene a enseñarnos que algo pasó que el texto prefiere no decirlo explícitamente, pero claramente no es una actitud positiva de un Esav que sigue siendo tan malvado cómo hace 20 años cuando los hermanos se vieron separados por sus propias acciones y actitudes.

            Para nosotros, que vivimos en un mundo donde las rivalidades son la moneda corriente, la opción de Rabí Ianai podría ser la más aceptable. Nuestros desencuentros y dicotomías son tan terminantes, que sería una actitud casi aceptada y cotidiana. Odio a alguien, eso no cambia. Incluso si ese supuesto odio es nacido de una pequeñez, cómo pensar distinto, ser de equipos de fútbol o partidos políticos distintos, corrientes religiosas distintas, etc etc.
            Ojalá que algún día podamos ver y creer cómo Rabí Shimon Ben Eleazar que dos personas pueden zanjar sus diferencias y darse un fuerte abrazo. Sin necesidad de dejar pasar 20 años.

SHABAT SHALOM UMEVORAJ

Rab Meir Szames

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