“Percibió el asna al Emisario de Adon-i
apostado en el camino, y su espada desenvainada en su mano; se desvió el asna
del camino… empero golpeó Bilhám al asna…” (Bemidbar 22:23)
Este
personaje se dispone a maldecir al Pueblo de Israel, pero dice que no va a
transgredir lo que le ordene Adon-i.
Nuestros
Sabios de bendita memoria, en Pirkei Avot 5:23, comparan la conducta de Abraham
Avinu (nuestro patriarca) y Bilhám
harashá (impío / malvado). Se señalan
como virtudes de Abraham la benevolencia, la humildad y la sobriedad. Y como
defectos de Bilhám, la envidia, la altivez y la ambición. En breve retomaré
este tema.
“Abrió Adon-i la boca del asna y le dijo a
Bilhám: ¿Qué te he hecho?…” (Bemidbar 22:28)
El
hecho de que un animal hable nos saca de nuestra cotidianeidad. Nos vemos
sorprendidos por una burra que tiene la capacidad de ver lo que un hombre no
puede (profeta, poderoso, que pretende
destruir a un pueblo entero con sus palabras). Un animal que rebate y se
podría decir que termina reprendiendo a su amo.
Ahora
me voy a extender en los dos temas que intento traer.
En
su introducción al Perek (capítulo) Jelek de la Mishná , segunda parte,
RaMBaM hace notar que la interpretación sobre las palabras de los Sabios, y lo hago extensivo a la Torá , debe apuntar a
tener en claro la imposibilidad de lo que es imposible y la realidad de lo que
debe ser hallado. Las palabras tienen un lado visible y un lado encubierto;
ante relatos de cosas imposibles, hay que entender que se dicen en forma de
alegoría.
Y ya que cité al Maestro, voy a
traer dos enseñanzas que da en su Moré Nebujim, y sabrán disculpar que
sintetice:
1)
Que todas las facultades son “ángeles” (Guía de los Descarriados, segunda parte,
capítulo 6).
2) Que “toda vez que encuentres
en el desenlace que aquel a quien se vio y que habló, fue un ángel, sabrás y
estarás cierto que era desde el comienzo una visión profética o un sueño
profético” y expresamente nos trae el relato de esta parashá “…todo lo que pasó con Bileam en el camino… como el discurso de la
asna… tuvo lugar en una visión profética, pues dice expresamente al final (versículo
32), que el ángel del Eterno le habló”
(Guía de los Descarriados, segunda parte, capítulo 42).
Veamos
entonces, que nos encontramos frente a una enseñanza compleja, la cual nos
marca muchas pautas para nuestra vida “moderna”.
Bilhám,
brujo y malvado, no es tildado así caprichosamente porque se puso en contra de Israel, sino que en el
mismo relato podemos ver sus inconductas, las cuales, con las anteojeras que
tenemos por estos días podrían pasar desapercibidas.
Recordando
la cita de Pirkei Avot que traje veamos las conductas negativas que
se le endilgan:
-Envidia: “Se levantó Bilhám por la mañana, y aparejó su asna…” (Bemidbar
22:21). La Torá
usa un lenguaje similar respecto a Abraham en Bereshit 22:3, pero en ese caso,
Abraham Avinu madrugó y preparó el mismo su asno por su amor a Hashem. Bilham, sin
embargo, en honor al odio gratuito,.-
-Altivez:
“…Pues te has mofado de mí; ojalá tuviera una espada en mi mano…” (Bemidbar
22:29). Como explica Rashi: “esto era una gran vergüenza para Bilhám, frente a
los príncipes que lo acompañaban: pues él se estaba encaminando a matar a
toda una nación con las palabras de su boca, y para matar a este animal:
¡necesita un arma!”
-Ambición:
“…aun si me diere Balak su casa llena de plata y oro…” (Bemidbar 22:18).
En lugar de servir fines acordes a sus dones, él se dedicaba a vender sus
“servicios” al mejor postor. Ya se desprende de este versículo que Bilhám
especula con una gran recompensa monetaria, y quizás, piensa pueda revertir la
voluntad divina.
La
burra y el ángel / emisario: el ángel viene a representar la facultad /
potestad que se le da a Bilhám de frenar su comportamiento y tener una
oportunidad de volver al camino. El hecho de que la burra sea la que tenga que
llamar la atención de su amo sería para demostrar lo burdo del comportamiento
humano cuando obstinado se encamina hacia donde no debe.
Un
animalito tiene que demostrar a su ilustre amo que se equivoca. Y del peligro
que representa si avanza por esa senda.
Quiero
finalizar diciendo que no podemos encausarnos a objetivos guiados por la
envidia, la altivez y la ambicion. El fin último no pueden ser los beneficios
materiales y personales. Hay que saber a quién se sirve cuando se anda por la
vida.
Mi
maestro el Rab Karo recibió de sus maestros la ensenanza de que al fin y al
cabo uno tiene que elegir entre servir a un patrón
de carne y hueso (basar vadam) o al Jefe que
debe guiar nuestras conductas. De este modo, ni cuando la situación parezca
desfavorable, deberíamos torcer nuestro comportamiento.
Prefiramos
lo enseñado por Abraham Avinu. Seamos realmente sus alumnos, siendo capaces de
no celar lo ajeno, manteniéndonos humildes, sabiendo cuál es el lugar que nos
corresponde ocupar y teniendo presente ante quién vamos a rendir cuentas.
“Ben Zomá dice: ¿quién es sabio? Sólo aquel
que aprende de todos sus semejantes...
¿Quién es rico? Aquél que es feliz con
lo que posee...
¿Quién es respetable? Aquél que respeta
a sus semejantes” Pirkei Avot 4:1
Meir Szames