28.5.21

PARASHAT BEHAALOTEJÁ 5781 – LA HUMILDAD

 BS'D


Al final de la parashá, hay un episodio muy potente, dónde los hermanos de Moshé hablan mal de él (a causa de su relación matrimonial). No figura expresamente si estas habladurías suceden delante de Moshé, o a sus espaldas. Pero Moshé no responde (Números 12:1-3):

 

“Habló Miriám y Aarón contra Moshé por causa de la mujer kushita que había tomado, -ya que una mujer kushita él había desposado-. Dijeron: "¿Acaso solamente con Moshé ha hablado Adonai? ¡Ciertamente también con nosotros ha hablado!" y lo escuchó Adonai. Pero el hombre Moshé era muy humilde, más que todo hombre que hay sobre la faz de la tierra”.

 

Y Es Dios quien responde ante la situación, amonestando a Aarón y Miriam, y explicando cuales eran las cualidades sobresalientes de Moshé.

 

Moshé, el gran legislador, el maestro de todos los maestros de Israel, el líder de la salida de Egipto y la travesía en el desierto, recibe un título sorprendente: ANAV MEOD, MUY HUMILDE. “El campeón de todo” recibe el título por su humildad. No se resalta su sabiduría, su capacidad de liderazgo ni su capacidad de trabajo, sino su humildad.

 

Para entender esto, hay que ver una actitud pasada de Moshé, cuando se negaba a recibir la tarea de acompañar y liderar la salida de la esclavitud a la libertad, en su encuentro con Dios en el episodio del “sné boer”, la zarza ardiente. Allí estuvieron debatiendo una semana antes de que Moshé acepte su puesto. Su humildad no le permitía imaginarse en ese rol. Era el comienzo del camino.

 

Y el paso del tiempo, con el éxito rotundo de la “gestión de Moshé Rabeinu”, contando la salida de Egipto, la entrega de la Torá en el Monte Sinaí, entre otros episodios rutilantes, podrían haber generado en Moshé la sensación de que él estaba por sobre el resto, de que el éxito era suyo personal… pero no. Moshé no reacciona ante la ofensa, responde con un silencio que le otorga el premio de que la Torá lo describa como “muy humilde” (no hay otros personajes que reciban este tipo de títulos). Ha pasado el tiempo, se han logrado éxitos, pero Moshé se mantiene fiel a su espíritu humilde.

 

Ese silencio habla de la altura espiritual de Moshé, su “shlemut”, su completitud. Podría decirse: “lo que dice la persona que pretende ofender a su prójimo, habla más de quien emite la ofensa, que de la persona a la que pretende ofender”.

 

La soberbia y la arrogancia de las personas, surge de su desconocimiento de Dios, de su desubicación delante del Todopoderoso. Moshé es el más humilde, porque en su elevación y conciencia espiritual, puede entender lo que es él delante de Dios: una pequeña llama 🕯frente a una antorcha🔥.

 

Así, pudiendo ubicarnos en el contexto de un mundo enorme, donde somos pequeños actores de cambio, con éxitos temporales y fracasos que preferimos no contar, tendremos que intentar tomar real conciencia de lo que somos, y podremos entender cómo responder ante las ofensas, como sentir satisfacción por lo logrado y cómo poder hacer lo mejor para ayudarnos a nosotros mismos y a los demás.

 

¡Shabat Shalom uMevoraj!

 

 

4.3.21

Parashat Ki Tisá/Shabat Pará 5781 – “Hablando de las vacas”

 

BS’D

Ulla dijo: Este es el razonamiento de los rabinos, que dicen que el cuerno de una vaca no es apto para sonar en Rosh HaShana (para cumplir con el precepto del Shofar). Dicen esto de acuerdo con la opinión de Rab Jisda, como dijo Rab Jisda: ¿Por qué razón el Sumo Sacerdote no entra al interior del santuario, al Lugar Santísimo (Kodesh HaKodashim), con sus vestiduras doradas para realizar allí el servicio en Iom Kippur? Es porque un fiscal-acusador (kategor) no puede convertirse en abogado defensor (sanegor). Dado que el pueblo judío cometió la transgresión de adorar al Becerro de Oro, el Sumo Sacerdote no puede entrar al Lugar Santísimo para expiar al pueblo judío vistiendo vestiduras doradas, ya que recordarían esa transgresión (Talmud – Tratado Rosh Hashana 26a[i]).

 

En esta parashá encontraremos el relato sobre el Becerro de oro, momento crucial de la travesía por el desierto, donde parte de los salidos de Egipto deciden desesperadamente construir e idolatrar a una estatua, ya que Moshé tardaba en bajar de la montaña con las Tablas de la Ley, y esta gente creía que su líder había muerto.

Seguramente estamos ante una de las escenas más tensas de la Torá. Todo termina con Moshé bajando, quebrando las primeras Tablas de la Ley, haciendo polvillo al becerro de oro, y luego yendo a estar otros 40 días implorando el perdón divino para el pueblo.

 

A su vez, este shabat tiene un nombre especial: Shabat Pará, el tercero de los cuatro Shabatot especiales previos a Pesaj. Se utilizan dos rollos de la Torá. Del primero leemos la parte de la semana (en este caso Ki Tisá), y del segundo, las leyes con respecto a la vaca roja (pará adumá) en Números 19:1-22. Todos los Israelitas llegaban al Templo de Jerusalén en Pesaj para poder ofrecer el cordero Pascual. Debían estar en un estado de pureza ritual para efectuar este rito. Ya que las cenizas de la vaca roja se usaban en el proceso de purificación, este pasaje servía para recordarles a aquellos que no se encontraban en estado de pureza a tomar los recaudos necesarios[ii].

Y así, en esta coincidencia que nos plantean las lecturas de la Torá de esta semana, en ambas aparece el mismo animal, una vaca y su cría, el famoso becerro, y se relacionan con el enunciado talmúdico con que encabezo este escrito.

Se nos enseña en varias secciones del Talmud, que un acusador/kategor no puede terminar siendo el defensor/sanegor del acusado. Algo que recuerda la transgresión del pecador es imposible que termine socorriéndolo y viniendo en su ayuda. Esa es la regla general.

Pero en este Shabat veremos cómo primero en Ki Tisá se lee sobre una falta tremenda -el becerro-, y luego, en la lectura especial, se leerá sobre la vaca roja, la forma bíblica de liberarse de la impureza ritual. Mismo animal, en dos procesos opuestos totalmente, uno siendo símbolo de una transgresión enorme, y en el otro, siendo la única manera posible de purificación.

Entonces, ¿En qué quedamos? Hay opiniones divididas sobre una diversidad de casos: sobre si hay necesidad de recordar el evento del becerro todos los días, algunos proponen que un shofar de cuerno de vaca podría ser kasher, otros proponen atar cierta parte de los tefilín con un material proveniente de la vaca, para que de este modo le sirva de recordatorio y no caiga en el error y la transgresión. Y así siguen los ejemplos de discusiones sobre la regla del acusador que no puede convertirse en defensor. Los restos del becerro de oro hechos polvillo, mezclados con agua, sirvieron para identificar a quienes habían realmente tomado parte del acto de idolatría y castigarlos. Y al mismo tiempo, el caso de la vaca roja/pará adumá y sus cenizas mezcladas con agua, resultan el método bíblico para purificarse ritualmente. Esto parece hablar a las claras de que la regla de que el acusador no se puede convertir en defensor no es absoluta.

Quizás no haya acuerdo unánime en algunos de los casos, ni claridad terminante sobre el tema. Lo que sí está claro es que somos seres humanos, con la posibilidad de cambiar, de mejorar, de avanzar, y de lograr, que, a pesar de cruzarnos con un asunto grande como una vaca, podemos cambiar la mirada, y nuestras acciones, transformando lo que antes nos detenía en algo que nos movilice a ser mejores.

¡Shabat Shalom!

Rab Meir Szames



[i] https://www.sefaria.org/Rosh_Hashanah.26a.7?lang=he&with=all&lang2=he

[ii] Klein, A Guide to Jewish Religious Practice, pág.107

24.2.21

Parashat Tetzavé 5781 – “Ver más allá de lo evidente”

BS’D


Esta semana, que está marcada por la llegada de la festividad de Purim este jueves a la noche, tiene una lectura de Torá que es muy particular. ¿Qué tiene de particular esta parashá? En toda la parashá no aparece el nombre de Moshé Rabeinu. Y es un detalle no menor, ya que desde el inicio del libro de Éxodo (Shemot), donde se relata su nacimiento, hasta la finalización del Deuteronomio (Debarim), dónde se marca el final de su vida física, Moshé es el líder del pueblo, y el interlocutor entre Dios y el pueblo de Israel, y resuena todo el tiempo su nombre en cada sección de la Torá.

Una de las tantas explicaciones clásicas, es que esta parashá coincide habitualmente con la semana del 7 de Adar, fecha indicada por la Tradición como fecha del fallecimiento de Moshé.

De todos modos, Dios le habla a Moshé constantemente en esta parashá, pero no lo nombra: “Y tú habrás de ordenar (tetzavé) a los hijos de Israel”… “Empero tú habrás de acercar hacia ti a Aharon tu hermano y a sus hijos con él” … “Empero tú hablarás a todos los de corazón sabio”… Es decir, Dios le habla a Moshé durante toda la parashá, aunque no aparezca su nombre. Moshé se la pasa haciendo cosas, aunque no figure. Todos los preparativos del Mishcán (Tabernáculo), el entrenamiento de su hermano Aarón y sus sobrinos, los cohanim (sacerdotes), está “de aquí para allá” toda la parashá, anónimamente. Todos sabemos que él es quien está siguiendo las ordenes Divinas.

Supongo que siempre hay gente así, que trabaja y logra objetivos, sin que su nombre figure en ningún lado.

Pero quiero sumar algo, en otros años no coincide Purim con esta parashá. Y eso nos aporta un detalle más: Así como en Tetzavé no figura el nombre de Moshé, en Meguilat Esther, el libro que es parte del Tanaj y que se lee en Purim, no figura el nombre de Dios. Un libro de la Biblia donde no figura el nombre de Dios. Sin embargo, de la lectura del Libro de Esther se nota indudablemente donde está la obra de Dios, donde está metida “Su mano”.

¿Cuántas veces nos suceden cosas así a nosotros? ¿Cuántas veces no podemos ver lo evidente?

Esta idea me lleva a lo que explica Maimónides sobre Abraham Avinu, nuestro primer patriarca, el primer monoteísta. En su libro Mishné Torá, al comienzo de las leyes sobre la idolatría, se describe a Abraham Avinu de la siguiente manera: “Tan pronto como este gigante empezó a crecer, comenzó a ocupar su mente. En su infancia comenzó a pensar de día y de noche, y se encontró con este enigma: ¿Cómo es posible que este planeta esté en movimiento continuo y no tenga un líder? ¿Y quién, en efecto, lo hace girar, siendo imposible que gire por sí mismo?[1]. Así se sigue describiendo a Abraham, siendo que él fue en búsqueda de Dios, y allí se le manifiesta.

Un dato a propósito de la creación del mundo y la construcción del Mishcán: ¿Saben cuántos versículos ocupa cada uno de esos asuntos en la Torá? La creación del mundo por el Kadosh Baruj Hu, ocupa 34 versículos, incluyendo el Shabat (Génesis 1:1 a 2:3). La construcción del Mishcán ocupa nada más y nada menos que 450 versículos.

El mundo lleva 34 versículos en ser creado. El mundo lleva muchísimo tiempo más en ser construido por nosotros, los seres humanos, que intentamos trabajarlo y mejorarlo.

Con todo esto, nos pregunto: Cuándo leemos, ¿sabemos leer lo que el texto no dice? Cuándo vemos una obra, ¿entendemos que hubo mucha gente involucrada que no se lleva los créditos? Cuando tenemos una duda, un enigma por resolver ¿sabemos cómo buscar? ¿Somos conscientes del esfuerzo que implica cada pequeño logro?

Y con esas preguntas, podemos plantearnos que el cambio es posible, para eso hacen falta líderes, se vean o no se vean. La transformación de este, nuestro mundo, en un mundo mejor, necesita de un liderazgo que esté dispuesto a liderar ese cambio. Líderes dispuestos a dar el ejemplo, ejemplos que sí se vean, aunque no figuren luego sus nombres, ni se lleven los créditos. Así vamos a lograr completar la obra, con el aporte de cada uno.

Esta semana leeremos textos que nos desafían a ver más allá de lo evidente. Espero que podamos abrir los ojos, no sólo los físicos, sino los del intelecto y el corazón, y motivarnos a seguir adelante con esta desafiante labor, de construir un mundo mejor.

¡Shabat Shalom!

Rab Meir Szames

 

Dedico estas palabras de Torá a la memoria de Antonio Leiva, recientemente fallecido, quien, junto a toda su familia, siempre me recibieron en su casa como uno más de la familia.

18.2.21

Shabat Zajor 5781 – “Recordar contra que hay que luchar”

 

BS’D

Segundo de los cuatro Shabatot especiales previos a Pesaj (Arba Parashiot)

 

Una frase que siempre repito es: “Este Shabat es especial”, porque, al fin y al cabo, todos los shabatot son especiales. Pero este Shabat que antecede la llegada de la festividad de Purim, tiene una particularidad que le da su nombre: se lee un Maftir especial (una porción extra de texto de la Torá leído de un segundo rollo/Sefer Torá extraído especialmente a este efecto). Y la lectura de este Maftir tiene la categoría de ser un precepto obligatorio de origen bíblico (Mitzvá mideOraita). Y de ahí, así como todos los shabatot son especiales, podemos entender, que toda vez que se lee de la Torá, es un momento especial donde hay que estar atentos y evitar las distracciones. Pero, esta vez, se necesita de una intención especial (kavaná), tanto de parte de quien lee de la Torá, como de quienes escuchan. Es de esos días que hay que ir sí o sí a escuchar la Torá.

Veamos que se lee, y entendamos que tiene de especial.

Debarim (Deuteronomio) 25:17-19

Recordar (Zajor) has lo que te hizo Amalek, en el camino en vuestro salir de Egipto. Que te había sorprendido en el camino y aniquiló a todos los débiles en tu retaguardia; cuando tú estabas cansado y extenuado. Y no temió a Elohím. Y será que al conceder reposo Adonai tu D’s., a ti, de todos tus enemigos de en derredor, en la tierra que Adonai tu D’s., te concede a ti por heredad para poseerla: habrás de borrar la mención de Amalek de bajo los cielos; no olvides.

Así descubrimos el detalle, de que este Shabat especial, se llama Shabat Zajor, por ser la primera palabra de la porción especial extra de Torá (maftir) que se lee.

¿Qué hizo Amalek para que en Shabat Zajor se nos pida que recordemos su accionar y borremos su recuerdo? Podemos buscar lo relatado en Shemot (Éxodo) 17:8-16, en donde luego de una contienda interna a la salida de Egipto, se nos cuenta que, sin mediar ataque o provocación de Israel, “Vino Amalek y combatió contra Israel…”. Inmediatamente, Moshé le ordena a Ieoshua salir a combatir militarmente a Amalek y su ejército, y Moshé apoya espiritualmente al pueblo desde arriba de la montaña. Esa contienda militar termina con un Amalek quebrado y derrotado por Israel. Y a continuación se pronuncia la base para la mitzvá que intentamos cumplir este Shabat: “Dijo Adonai a Moshé: Escribe esto como recuerdo en el Libro y ponlo en los oídos de Ieoshua. Pues borrar habré de borrar la mención de Amalek de bajo los cielos. .... Dijo: Pues la Mano se alza en juramento sobre el trono de D's: Guerra tendrá Adonai contra Amalek, de generación en generación” (14-16).

El texto especial de Shabat Zajor, es dicho por Moshé a la nueva generación 40 años después de sucedida la guerra entre Amalek e Israel. Y llama la atención la forma en que está expresado el mandamiento de Zajor/Recordar. Analizando el texto en hebreo, es posible una lectura distinta a la traducción que propongo (del Rab Edery Z”L) más arriba respecto al versículo 25:18: “Que te había sorprendido en el camino y aniquiló a todos los débiles en tu retaguardia; cuando tú estabas cansado y extenuado. Y no temió a Elohím.

Para la mayoría de los comentaristas, la actitud de Amalek (Amalekiut/Amalequismo según el Prof. Yeshayahu Leibowitz), es reprochable y digna de no ser repetida y de ser borrada de la faz de la tierra, es la forma en que nos ataca a traición, sin provocación previa, y su ataque está dirigido a los más débiles (los cansados y extenuados por el trajín de la salida de la esclavitud de Egipto). Esa es la opción mayoritaria dentro de los intérpretes clásicos de la Torá.

Lo que sí genera debate entre nuestros estudiosos, es saber quién era el que no temió/temía a Dios. De la traducción propuesta, entendemos que Amalek no temía a Dios, y por eso atacó a Israel en el momento posterior de la maravillosa salida de Egipto y el cruce del Mar de los Juncos (Iam Suf). Este es el midrash clásico que se utiliza para explicar la actitud de Amalek.

Pero, en hebreo, no está tan claro que sea Amalek el que no tenía temor reverencial, sino que sería posible leer que la parte del pueblo de Israel atacada, eran personas que estaban “carentes de fe”, y entonces las palabras “וְלֹא יָרֵא אֱלֹהִים y no temieron a Dios”, sería expresado no sobre Amalek, sino sobre quienes resultaron víctimas del ataque de Amalek. Es decir, Amalek pudo atacar porque había una parte del pueblo que no estaba convencida en su relación con la divinidad. Se leería algo así: “cuando estaban cansados y extenuados y no temían a Dios”. Sorprende esta postura, pero es eso, una postura.

Y más allá de la división en las interpretaciones del versículo que estudiamos, creo que hay algo que podemos aprender: El “amalequismo”, eterna representación de la maldad, y del enemigo espiritual por excelencia, puede atacar ante dos circunstancias, que al final de cuentas, son muy parecidas: Al estar cansados, agotados, o al flaquear nuestras convicciones y nuestra fe. Amalek solamente tiene chance de atacar, si flaqueamos en nuestra fuerza, entonces allí, llega para “enfriarnos”, para decirnos que no podemos, que mejor no intentarlo. Esta representación de un enemigo que viene a quitarnos el entusiasmo, tiene que permitirnos entender, que muchas veces, nosotros mismos somos nuestro propio enemigo, nuestra propia limitación. A veces cuando es un extraño, un otro quien lo intenta, lo podemos percibir, y evitar a ese “Amalek”, e incluso a veces nos podemos dar cuenta cuando somos nosotros mismos, y entonces será momento de salir a luchar contra ese eterno enemigo, que maneja tan bien las herramientas para enfriarnos y desanimarnos. Quizás eso sea parte de la kavaná-intención especial que nos pide este Shabat. Recordar.

ZAJOR: El cambio está en nosotros. La “batalla” del día a día se trata de eso. Eso es lo que hay que recordar.

לא עליך המלאכה לגמור, ולא אתה בן חורין ליבטל ממנה.

Rabi Tarfón solía decir: no estás obligado a concluir toda la obra, pero no eres libre de renunciar a ella (Pirkei Avot 2:16).

 

¡Shabat Shalom!

Rab Meir Szames

11.2.21

Parashat Mishpatim 5781 – “Fortaleciéndonos en el encuentro con la Mitzvá y con el Otro”

 BS’D


כִּֽי־תִרְאֶ֞ה חֲמ֣וֹר שֹׂנַאֲךָ֗ רֹבֵץ֙ תַּ֣חַת מַשָּׂא֔וֹ וְחָדַלְתָּ֖ מֵעֲזֹ֣ב ל֑וֹ עָזֹ֥ב תַּעֲזֹ֖ב עִמּֽוֹ

“Cuando vieres al asno de tu enemigo que yace bajo su carga, no te abstengas de ayudarlo. Ayudarlo habrás de ayudar junto a él.” (Shemot 23:5)

 

Este versículo, en su sentido legalista, nos habla sobre las leyes de priká u-tehina, carga y descarga de animales (su tratamiento legal aparece en el tratado talmúdico de Baba Metzia).

Una persona que se encuentra a su prójimo en una situación de apremio, como en este caso específico que se halla al individuo y/o su animal tirados con una gran carga sobre ellos que le impide levantarse, la persona (yo/tú/nosotros) está obligada a ayudar a su prójimo a salir del aprieto.

Para quienes el hebreo moderno les es familiar, la forma en que está expresado este versículo debería ser llamativa. La palabra LAAZOV es utilizada como “abandonar” en el hebreo del día a día. Y lo sugestivo en este versículo es justamente la palabra empleada por la Torá para constreñirnos a realizar la acción. Es la palabra azov - עֲזֹ֣ב, traducida como “no te abstengas”, la cual para los comentaristas bíblicos tiene dos acepciones: por un lado, significa apartarse y abstenerse de la realización de alguna cosa, pero por otro lado en la Torá aparece con la misma raíz la palabra “fortalecido – azuv (Debarim 32:36), de donde se entiende que azivá es fortalecer, es decir se trata de una acción.

Así lo entienden los traductores de la Torá al arameo, por ejemplo, uno de los más difundidos, Onkelos, traduce así este versículo: Dejar habrás de dejar de lado todo lo que tengas en tu corazón por tu prójimo (odiado, que se encuentra en una situación de apremio), y lo ayudarás a descargar a su animal. Es decir, si te encuentras con tu enemigo en aprietos, debes dejar de lado el odio que guardas en tu corazón, y darle una mano para cargar y/o descargar su animal. Nota: Imaginemos que no hace falta aclarar que, si eso se dice respecto a un enemigo, cuánto más si se trata de una persona querida.

Rashbam nos dice: Azov-Taazov: implica ayudar y fortalecer. Ibn Ezra dice que hay que ayudar a liberar las cuerdas del animal para que pueda volverse a parar sobre sus piernas, y luego entender como seguir con la carga que traía[1].

Siguiendo con la interpretación, ya no lingüística, sino legalista, Rambam codifica dos mandamientos respecto a este asunto: Por un lado, basado en Shemot 23:5, la mitzvá positiva de ayudar a levantarse al prójimo o su animal[2] y, por otro lado, basado en Debarim 22:4, la mitzvá negativa de no dejar al animal tirado con su carga arriba[3].

Todo este devenir de opiniones y comentarios, desde la época bíblica hasta los comentaristas medievales, nos deja en claro dos primeros mensajes: Hay una prohibición de causar sufrimiento al animal (Tzaar baalei jaim צער בעלי חיים), y hay que trabajar lo nuestro interno para sobreponernos a nuestras primeras reacciones e instintos al encontrarnos con el otro, aunque ese otro no sea como yo quisiera que sea.

Y esto nos es encomendado al encontrarnos con la mitzvá, con el prójimo en una situación de apremio. Uno podría ir por la vida como los caballos con anteojeras, sin mirar hacia los costados, sin distraerse. Esa no es la elección, no es la visión del judaísmo. Nuestra Tradición te pide, te encomienda, te obliga, pone en categoría de mitzvá ir con los ojos abiertos, viendo a tu alrededor, y si te encuentras con el Otro en una situación de donde no puede salir, pero te extiende la mano pidiendo ayuda para salir de allí, ahí mismo aparece la mitzvá de accionar, de ofrecer la mano, en ayuda, para sacarlo de allí, junto a él, como dice el versículo que estamos estudiando.

El mundo de las mitzvot, hermoso por cierto, que aparece profusamente en Parashat Mishpatim (se cuentan 53 de las famosas 613 mitzvot bíblicas), nos pide que al encontrarnos frente a ciertas situaciones, hay que actuar. Un midrash [4] nos dice que esto es así si estas situaciones se nos presentan, sólo entonces tenemos un mandamiento al respecto; pero no hace falta estar buscando ir tras ellos. Sin embargo, hay un caso distinto, una mitzvá distinta: En el caso de la paz, de la cual se nos dice: “Apártate del mal y haz el bien; Busca la paz y persíguela” (Tehilim - Salmos 34:15), “busca la paz”, dondequiera que estés; “Y persíguela”, donde sea que esté.

La paz, esa posibilidad de un mundo mejor, está en todos lados, sólo hay que cambiar algunos detalles. Ver al otro como alguien a quien, si tengo la posibilidad de ayudar a levantar, no tengo que dudar en hacerlo. Fortaleciéndolo, y de ese modo sobreponernos a nuestro instinto y convertirnos en personas más fuertes.

¿Quién es fuerte? El que logra conquistar a sus instintos (Pirkei Avot 4:1).

 

¡Shabat Shalom!

Rab Meir Szames



[1] Hasta aquí basado en la idea de Leibowitz, Yeshaiahu “Siete años de charlas sobre parashat ha-shavua”, Pág. 351-352

[2] Mishné Torá - Mitzvat Asé 202

[3] Mishné Torá - Mitzvat Lo Taasé 74

2.2.21

Parashat Itró 5781 – “De pan y agua”

 

BS’D

La parashá de esta semana comienza relatando cuando Itró visita el campamento de Israel, momento en el cual Moshé recibe a su suegro quien le trae de regreso a su mujer e hijos de quienes se había separado cuando partió hacia Egipto para guiar la liberación del Pueblo de Israel, y luego de ese reencuentro está escrito en la Torá: “… Y vino Aarón y todos los ancianos de Israel a comer comida (Lejem), con el suegro de Moshé, ante Elo-him” (Shemot 18:12).

Cuando Itró se acerca hacia Israel es privilegiado con un gran reconocimiento y respeto (kavod), siendo que Moshé, Aarón y todos los ancianos de Israel vienen en su honor, y le organizan una especie de comida festiva (seudat mitzvá). El Midrash circunscribe todo esto con el versículo “Echa tu pan al agua, que al cabo de mucho tiempo lo encontrarás” (Kohelet 11:1).

Se entiende que el versículo de Kohelet es una alegoría (mashal), y no habla específicamente de pan, sino que se refiere a todo esfuerzo que la persona realiza en algo específico, y que luego de un tiempo da sus frutos.

El Midrash se pregunta: “¡¿Y acaso las personas son tan insensatas de arrojar su pan al agua?!”. En realidad, este versículo se refiere a Itró que dio de su pan a Moshé, de quien fue dicho “…Ella llamó su nombre ‘Moshé’, pues ella dijo: De las aguas yo lo he extraído” (Shemot 2:10).

Muchos años antes, el relato del primer encuentro de Moshé con Itró, quien luego sería su suegro, comienza con las palabras “Llámenlo y que coma comida -Lejem” (Shemot 2:20), que fueron dichas por Itró a sus hijas luego de que un desconocido (Moshé) las salvara de manos del ataque de unos pastores en inmediaciones de un pozo de agua, y el midrash señala que debido a esas palabras que Itró le dice a sus hijas, y la hospitalidad que tuvo Itró hacia Moshé en aquel momento al invitarlo a compartir con él el pan, tuvo el privilegio Itró muchos años después, que Aarón y los ancianos de Israel lo recibieran e invitaran a comer a él junto con Moshé, de quien ya mencionamos aquí, fue extraído de las aguas, y dio de beber agua al rebaño de Itró, y así el versículo de Kohelet nos enseña estas asociaciones entre el pan-Lejem  y el agua-Maim.

Esta enseñanza de la parashá nos dice que invertir tiempo y esfuerzo dará sus frutos, pero no sabemos cómo ni cuándo. Pero si trabajamos nuestros asuntos con el esfuerzo debido, llegarán los frutos y honores merecidos en su momento adecuado.

¡Shabat Shalom!

 

Rab Meir Szames

 

·        Basado en la idea de Leibowitz, Yeshaiahu “Siete años de charlas sobre parashat ha-shavua”, Pág. 285

·        El midrash aparece en Shemot Rabá 27:7

https://www.sefaria.org/Shemot_Rabbah.27.7?vhe=Midrash_Rabbah_--_TE&lang=he&with=all&lang2=he